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Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 114. Tarjeta de ventajista, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

A la vista de los extraños y en especial para los habituados a la vida ciudadana, el rancho era una especie de oasis. Una especie de remanso de paz en las grandes llanuras. Y sin embargo, como pasa siempre en la vida, cada componente de los miembros de esas propiedades eran mundos distintos. Con sus íntimos problemas y a veces verdaderos dramas ocultos. Los trabajos duros en su lucha con el ganado y en especial los dedicados al desbrave de potros, les hacia hoscos en general, y lo curioso era que en la dura lucha que había de sostener con esos animales, terminaban por encariñarse mutuamente. Y cuando el animal se daba por vencido, se convertía en un perro obediente y sumiso. El jinete había sabido demostrar al animal su indudable superioridad, acatada una titánica lucha entre ambos.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 115. Piel de serpiente, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EN Tombstone habían surgido serios y complicados problemas con los límites de las tierras en distintos ranchos, cuyos propietarios estaban tomando las medidas más eficaces para esclarecer el asunto. John Callagham rehízo su vieja posesión retrasando los alambres en todas direcciones. Tomó nota de todo ello y marchó a Tucson y Phoenix para que la inscripción legal de sus terrenos tuviera los límites que le correspondían. Era una medida que no habían hecho los demás y por lo que no motivó ninguna controversia.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 116. Dos homicidios frustrados, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

UNO de los trabajos más duros de cow-boy, era la doma de potros. Abundaban los vaqueros con algún miembro fracturado. Existieron especialistas que se dedicaban a la doma y cobraban un tanto por potro domado. De esta forma no distraían vaqueros en ese cometido. Estos pequeños grupos de jinetes, que rara vez pasaban de tres, hacían el mismo recorrido cada año. Y los ganaderos esperaban su visita. Solían ser a la vez cazadores de caballos cerriles, salvajes. Que vendían a buen precio.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 117. Veneno en la sangre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL criado de color soportaba la dura cura de sus heridas a base de vinagre y sal sin exhalar una queja. —No hiciste motivos para este castigo, Fred —dijo Dashell, otro criado del mismo color de piel. —Ya lo sé. ¡Mataré a ese hombre! —Debes olvidar lo sucedido —añadió Dashell—, aunque sigo afirmando que fue excesivo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 118. Herencia de plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

VAS a tener problemas, muchacho. No has debido hacer eso. El joven que acababa de arrancar el pasquín miró sonriente a su interlocutor. —Me llamo Sam Lytton —dijo tendiendo la mano al viejo que acababa de amonestarle. —Yo soy Max Tetón. Me conocen todos en Tombstone…


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 119. Ley de un sheriff, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

SE que no has tenido más remedio que hacerlo, Jeff, lo sé, pero al matar a Larry Robards, te has condenado a muerte tú también. Nos tienen rodeados. —¡Ese obstinado sheriff! —¡Escucha, zanquilargo! —gritaba el sheriff desde, la calle—. ¡La única posibilidad que tienes de salir de esa ratonera con vida es entregándote! Permite salir a esa mujer que continúa a tu lado porque la estás obligando a…


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 120. Garito de indeseables, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EMPEZABA a anochecer cuando la diligencia procedente de Santa Fe se detenía en Las Cruces. Los viajeros descendieron para estirar las piernas. Al saber que pasarían la noche en la Casa de Postas, todos se alegraron, ya que estaban rendidos. —Saldremos hacia El Paso tan pronto amanezca —informó el conductor. Jane, una joven preciosa, fue la última en abandonar el vehículo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 121. Trágica partida de poker, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

¿QUIEREN callar? No van a conseguir nada con dar gritos. Deben escuchar con calma. La Compañía no podía contar con estos trastornos. Y al no contar con ellos, no pensó en aumentar el servicio que de manera habitual pone a disposición de los usuarios. Y ello hace que muchos de ustedes no puedan salir con la premura que algunos desearían. Para la primera diligencia, que llegará de un momento a otro, están vendidos los ocho boletos. He dado preferencia a los que marchan a mayor distancia… Aunque para estos, tienen en Kansas City y en S. Joseph el ferrocarril que les llevará al lejano y misterioso Oeste.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 122. Cabalgando hacia la muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

PASANDO el codo por el ala del sombrero, en movimiento de limpieza, que para los conocedores de McKuen suponía en él preocupación o curiosidad, miró de arriba a abajo al forastero, diciendo: —No es de aquí, ¿verdad? —No. Soy de muy lejos. Vengo de Montana. —¿De Montana? —Sí. Parece que el sheriff, de acuerdo con usted, me escribió. —¿De acuerdo conmigo? No sé nada.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 123. Rostro de póker, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LOS tres jinetes desmontaron ante la vieja cabaña. Y cuando estaban en el interior, exclamó Jenny: —¡Tony! Esto está como cuando veníamos… No ha cambiado nada. —Alguna vez me acerco hasta aquí cuando los demás van al pueblo a beber y a divertirse. Pero lo hago pocas veces. Por eso está tan sucio todo. —¿Nos sentamos? Vamos a hacer unas pruebas para ver si aún lo recordamos. No hace mucho, yo estaba en condiciones de «pelar» a los contrarios. Pero no lo hice. Te habíamos prometido que no se emplearía ese conocimiento en beneficio propio.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 124. Sin sentimientos, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL jinete desmontó y después de sujetar el caballo a la barra que para tal electo hablará una yarda del porche, se encaminó decidido hacia la puerta del «saloon». El «saloon», propiedad de Lewis Randall, estaba animadísimo a pesar de la hora. Al darse cuenta el jinete que su presencia no llamaba la atención de nadie, comprendió que Pueblo era una localidad acostumbrada al paso frecuente de forasteros, cosa que le agradó. Se aproximó al mostrador y al apoyarse en el mismo, unos que bebían a su lado, después de observarle con curiosidad que rayaba en admiración, le preguntó uno: —¿No crees que has crecido demasiado?


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 125. Un lío de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ABY Norton era una muchacha nacida y criada entre ganado, y considerada como uno de los mejores jinetes del territorio. No se arredraba ante las dificultades. Y era bastante tozuda. Había grandes dificultades para el envío de ganado, porque Cecil Custer era el que tenía en exclusiva el servicio de los vagones del ferrocarril. Hacía varios meses que no había conseguido enviar una sola res y sabía que sus reservas se agotaban a mayor velocidad de la deseada.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 126. El lago de los colgados, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL avance tecnológico de la época imponía el paso del ferrocarril por el pequeño pueblo de Burnet, próximo al lago Hamilton y al Norte de Austin, capital del Estado de Texas. Los encargados de conseguir las tierras por dónde había de pasar aquella enorme serpiente férrea tropezaron con los inconvenientes lógicos que en el proyecto realizado por los técnicos se habían tomado en cuenta Las condiciones ofrecidas por los representantes de la compañía del ferrocarril habían sido rechazadas al considerar sin los propietarios de las mencionadas tierras, injustas y desconsideradas todas las ofertas que se les hicieron.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 127. Basura humana, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

MUCHOS vaqueros estaban sentados en la valla de madera que cercaba el espacio destinado a la doma de potros. Les agradaba ver a su patrón luchando con los más rebeldes. Estaban convencidos que era el mejor jinete, capaz de conseguir lo que ellos abandonaban por considerarlo imposible. Y no es que fueran malos jinetes. Es que Roberto era superior a ellos y empleaba métodos que poco a poco iban imitando. Solía decirles al hablar de ello que los potros eran como niños y que no se les podía hacer creer que el mundo era solo tortura, porque crecerían odiando.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 128. Requerimientos de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

¡EH, tú! ¡Larguirucho! ¡Ven aquí! ¡No encontrarás en la ciudad otro sitio mejor para til Baja de ese caballo muerto de hambre, y entra en el «saloon»! Podrás bailar si inclinas la cabeza para que no te estorbe el techo, por la mínima cantidad de treinta centavos. En los otros locales tendrás que pagar cincuenta. ¡Vamos, no lo dudes más! Todos los que pasaban por allí quedáronse mirando a la muchacha que gritaba al joven cow-boy a quién se dirigía.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 129. Infección de plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LA llegada de los coches ante la residencia hacía recordar a muchos testigos de ese espectáculo las fiestas de antaño en las mansiones que aún se conservaban aunque no con el boato que entonces tenían. Desde luego, hacía tiempo que no se veía reunión tan numerosa de vehículos ante la residencia del Gobernador. El matrimonio y la hija, Gaby, recibían a los invitados con amables sonrisas.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 130. Galopando hacia el norte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

STUART Heston detuvo su caballo y, echando pie a tierra, buscó un sitio donde acampar junto a aquel arroyo de agua tan clara y fría. Hizo un fuego y dejó al caballo en libertad para que pastase a su antojo en aquella espléndida vegetación de las proximidades del agua. Se preparó un poco de tocino salado y unas tortas de maíz, que devoró más que comió y después de beber un buen trago de agua, echóse boca arriba sobre una de las mantas, apoyando la cabeza en la otra, lamentando no tener un poco de café.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 132. Encuentro fatídico, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

La tormenta continuaba y entre el fulgor de los relámpagos vio Alma Casselton, propietaria de uno de los ranchos más codiciados de Paxton, pueblo situado a orillas del South Platte, avanzar un jinete como si no existiera tan cruel tormenta. Se fijó detenidamente en él y no le reconoció, suponiendo que sería alguno de los cazadores sorprendidos en medio de aquel artilugio eléctrico.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 133. Suplantación peligrosa, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL conserje del hotel se cansaba de decir que no había habitaciones libres. —Decían que este hotel era grande… —Y lo es. Lo que sucede es que la afluencia de forasteros ha sido más importante de lo esperado. —¿Hay más hoteles? —Tienen muchos en la ciudad. No se preocupe… Encontraré habitación en estas fechas. Si estuviéramos en fiestas, sería distinto.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 134. La muerte de Rock Lambert, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

¿WHISKY? —preguntó el barman. —Tomaría mejor dinamita —replicó furioso el de la placa—. ¿Qué decían todos estos de mí? —No hablaban de usted, sheriff —respondió el barman—. Comentaban lo bonita que ha vuelto Ann Lambert. Muchos de estos no pueden creer que sea tan bonita como Willie afirma. —Es bonita, aunque muy desvergonzada —dijo el sheriff—. Tampoco ha tenido suerte al volver a este pueblo. Tendré que hacer con ella lo que confesó que hizo Donald Holden hace años.