Menú



Buscar





Bolsilibros - Servicio Secreto 1434. Ventana a la noche, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

La noche parecía diferente allí, al otro lado del río. Era como si la niebla se enroscase en esos parajes en torno a seres y árboles, a edificios y objetos, como algo vivo y pegajoso, que quisiera dar más hálito de misterio a lo que ya de por sí resultaba allí oscuro e inquietante. En sitio así, todo parecía posible. Incluso lo imposible. Muchas personas aprensivas dejaban de transitar por aquella zona, especialmente de noche. Hubiera sido un error pensar que lo hacían simplemente por evitar un mal encuentro con algún delincuente habitual. Era algo diferente lo que la gente temía allí, al otro lado del río. Algo que no tenía forma ni nombre, pero que ellos intuían que estaba allí, aunque lo cierto es que quizá jamás había existido.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1437. El muerto no tiene coartada, de Adam Surray

Novela, Intriga, Policial

El rostro de James Bennett se tornó pálido. Cadavérico. Lentamente depositó el auricular en su base quedando unos instantes inmóvil. Con la mirada ausente. La boca entreabierta. Reflejando en sus facciones una mueca de estupor. Se abrió la puerta del despacho. Aquello no hizo reaccionar a James Bennett. Su mueca ya adquiría tonalidades de estupidez.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1447. Dorada sombra de muerte, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Bueno, amigos, pónganse cómodos y déjenme que les cuente algo sobre Afrodita. Ustedes saben quién fue Afrodita, naturalmente. Aquella diosa, símbolo del amor sensual, que tuvo sus más y sus menos con una lista de dioses mayores y menores más larga que su brazo. Vulcano, Mercurio y Marte anduvieron de cabeza para hacer con ella lo que ella andaba pidiendo. Ésos como pequeño ejemplo. Aunque quizá fuera más propio preguntarles si saben quién es Afrodita. O, afinando mucho, aún resultaría más apropiado preguntarles si les gustaría acostarse con Afrodita.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1449. El cianuro es muy indigesto, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Mientras se preguntaba qué había hecho para merecer la invitación a pasar el fin de semana en la mansión del poderoso Jermyn Rainer van Clyschen, Ben Potter dio la vuelta al camino que se detenía frente a la casa y paró el coche. Casi en el acto, un estirado mayordomo salió a su encuentro. —Soy el señor Potter —dijo el recién llegado. —Mi nombre es Jenkins, señor —manifestó el mayordomo—. Si me permite su equipaje… —Por supuesto. Potter entregó un pequeño maletín a Jenkins. Para dos días, no necesitaba demasiado equipaje. Van Clyschen le había advertido que no era amigo de ceremonias y no tendría que vestirse de etiqueta para las cenas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1455. Horas de terror, de Curtis Garland

Novela, Policial

Abrió los ojos. Miró en derredor. No entendió nada. No le resultaba conocida aquella moqueta. Ni los muebles. Ni tan siquiera las lámparas encendidas. Lo único familiar era la melodía, que llenaba de suaves notas la habitación. Una vieja melodía que le era familiar. Logró identificarla, pese a que su mente era un mar de confusiones, un torbellino de nieblas y de oscuridades. September in the rain. Notas de piano. Música melancólica, como un día de setiembre bajo la lluvia. Después de todo, eso era la canción.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1459. Lamento por una rubia, de Burton Hare

Novela, Intriga, Policial

Entré al teatro por la puerta del callejón, la que daba al escenario. Había un portero metido en una garita. Estaba leyendo el periódico y cuando hice mi pregunta gruñó algo entre dientes. No le entendí una palabra.—Oiga —insistí—, quiero ver a Ellen Evans. ¿O no habla usted mi idioma?Apartó la atención del periódico y me miró con evidente disgusto. —Todo el mundo quiere ver a…Su voz se quebró.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1460. El disco rojo, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Cuando un hombre, joven, fuerte, robusto, con una salud a prueba de bombas, y nada mal parecido, dicho sea sin falsa modestia, se encuentra en la situación en que yo me encontraba en aquellos momentos, entonces, el nombre propio suena a burla. Es, como suele decirse, una ironía del destino. Porque yo me encontraba arruinado y sin trabajo. El apellido es Kabb y el nombre Prosper. Los amigos hispanos me llamaban Próspero. Mi situación personal no concordaba en absoluto con el nombre. No había nada de prosperidad en mí aquel día, cuando la patrona me había arrojado a la calle, quedándose con mi maleta, ya que llevaba tres semanas sin pagarle el hospedaje.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1464. Cita en Miami, de Adam Surray

Novela, Intriga, Policial

Norman Weston entornó los ojos. Fijos en el individuo que permanecía frente a él. Un hombre joven. Atlético. De rostro bronceado y correctas facciones. Abundante pelo le caía rebelde sobre la frente. Sus ojos eran grises, de un sempiterno brillo marcadamente burlón. Vestía chaqueta sport, camisa de bámbula rayada en azul a juego con pantalón de sarga. ¿Un jugador de basketbol? ¿Un play-boy?


Bolsilibros - Servicio Secreto 1466. El escudo del asesino, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

El hombre caminaba por la acera, en aquella zona residencial, poblada de lujosas villas, con grandes jardines alrededor, todas ellas con su piscina y, algunas, incluso, con piscina cubierta y climatizada. Apenas se veían coches en la acera; la mayoría de los propietarios los encerraban en sus garajes. A trechos, se veía un farol que parecía envuelto en una especie de aura amarillenta, debido a la niebla que se deshilaba a ras del suelo. En la mano, el hombre llevaba un paquete que parecía una caja de cigarros. De pronto, un individuo surgió de detrás del grueso tronco de un tilo, situado equidistantemente entre dos faroles. Esta circunstancia, más la niebla, hacía que la oscuridad resultase casi absoluta en aquel lugar.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1468. El carnicero de Montmartre, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Una noche un hombre, con paso lento, firme, seguro, avanzaba por la callejuela empedrada, vieja y tortuosa, perdiéndose entre casas de vecindad y algún que otro local nocturno de escasa vida. Porque el hombre llevaba la muerte consigo, bajo la amplia y deslucida gabardina oscura. En un momento en que la luz de una farola iluminó sus manos enguatadas, una de las cuales se perdía bajo la gabardina, algo centelleó también debajo de ésta. Algo metálico, rígido y afilado, de un azul frío y reluciente. Un hacha. Una afiladísima y temida hacha, que aquella mano parecía manejar bien. No era grande, pero sí sólida y de hoja capaz de abrir en canal cualquier cuerpo, vivo o muerto, sin dificultades. El hacha de un carnicero.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1469. Muerte bajo cero, de Albert Rosbund

Novela, Policial

—Parece mentira que con tanta puñalada, este hombre haya podido caminar…

—Sólo fueron unos metros. Además, era un hombre corpulento, fuerte…

—Se presenta la agente Heidi Hein —dijo una tercera voz, esta femenina.

Los dos hombres que comentaban entre sí, giraron sus rostros. Era alta, rubia y bella. Su cuerpo quedaba un tanto desfigurado por la abundante ropa de abrigo.

—Oh, usted… —exclamó, no muy animado el más joven de los dos hombres, de unos treinta años de edad, espigado y de facciones enérgicas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1471. Chinatown-77, de Albert Rosbund

Novela, Policial

Un maldito timbre rompió en mil pedazos la imagen de la fenomenal rubia que me dedicaba generosamente un striptease.

Bostecé, parpadeé varías veces y di un par de vueltas en la cama.

El maldito timbre volvió a sonar, ahora con mayor insistencia.

Abrí por fin los ojos y entonces caí en la cuenta de que se trataba del timbre de la puerta.

—¡Ya va! —grité.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1473. Bala fundida en oro, de Clark Carrados

Novela, Policial

Los dos hombres habían trabajado de firme durante largo rato, bajo un sol de justicia. Por fin, la punta del pico que utilizaba uno de ellos tropezó con algo duro, cuando el hoyo que habían excavado alcanzaba ya casi dos metros de profundidad. 
—Me parece que ya hemos llegado, Hank. 
—Ya era hora, Seth. Nos ha costado casi tanto como sacarle al viejo el lugar donde tenía escondido su botín. 
Seth cambió el pico por la pala y lanzó fuera un par de paladas de tierra. Una losa, de contorno cuadrado, de unos cincuenta centímetros de lado por cinco de grueso, quedó a la vista.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1481. Contrato para un asesino, de Curtis Garland

Novela, Policial

Sonó el timbre del teléfono. 
Fue como si súbitamente se desgarrase el silencio apacible con un trallazo de violencia inesperada. Y, sin embargo, sólo era eso: el timbrazo del teléfono, al fondo del gabinete. 
Lester McCoy alzó la cabeza del plato, sobresaltado. Miró a su mujer con fijeza. Ella también le miraba. 
—¿Esperas alguna llamada este fin de semana? —quiso saber él. 
—No, ninguna —negó ella vivamente—. Absolutamente ninguna. ¿Y tú? 
—Tampoco. Este teléfono no lo tiene nadie. No puede ser para mí.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1485. El club del crimen, de Curtis Garland

Novela, Policial

Estaba hecho. 
El hombre yacía frente a él. Sangraba su cabeza. Los ojos, vidriados e inmóviles, la boca contraída. También corría sangre por la comisura de sus labios. El cuerpo se había quedado encogido, crispado en un ángulo del viejo y sombrío embarcadero. 
Lee Warren permanecía quieto, como aturdido. Igual que si hubiese recibido un mazazo en pleno cráneo. Sus dedos aún aferraban el gollete de la botella rota. Los fragmentos de vidrio color caramelo, yacían dispersos en derredor del cuerpo sangrante. Algunos trozos se veían entre los cabellos canosos de la víctima, manchados con el rojo de la sangre. El estallido de la botella habíase producido solamente unos momentos antes. Ahora, todo había terminado.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1486. El reloj de la hora final, de Clark Carrados

Novela, Policial

ESTABA solo en el despacho. Era la única persona despierta en aquellos momentos. Reginald Purvis Holmonton se había quedado en su lujoso gabinete de trabajo después de cenar, a fin de resolver algunos asuntos que requerían inapelablemente su atención. El silencio era absoluto, roto únicamente en ocasiones por el distante murmullo de las olas que rompían sin demasiada fuerza contra las rocas de la costa. Toda la servidumbre se había retirado a descansar hacía rato.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1488. Un sucio asunto, de Albert Rosbund

Novela, Intriga, Policial

Se acercó al tocador y se miró en el espejo. Era rubia, llenita, de ojos claros y facciones que en otro tiempo debieron ser bellas, pero que ahora, con el paso de los años, dejaban algo que desear. Se aproximaba peligrosamente al medio siglo de existencia y eso la horrorizaba. Se pasó el cepillo por el cabello, se limpió el rostro, empolvándoselo después, y se aplicó unas gotitas de colonia. Tomó el batín de seda de la percha y se lo puso.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1490. Sabor a muerte, de Clark Carrados

Novela, Policial

Los dos hombres que viajaban en el automóvil parecían un tanto enojados, aunque su discusión no tuviese en ningún momento caracteres de violencia. El coche se había detenido en el borde de una carretera poco transitada. Uno de ellos dijo que tenía que apearse irnos momentos. 
—Volveré enseguida —aseguró al conductor. 
El conductor quedó en el mismo sitio, contemplando distraídamente el profundo barranco, al cual se llegaba por el terraplén, bastante inclinado y de unos cien metros de largo. En el fondo, abundaban los árboles y las malezas. 
Un pesado camión de carga asomó por la curva, trompeteando sonoramente. El conductor lanzó una mirada distraída al hombre que permanecía tras el volante del coche. Luego, preocupado por lo sinuoso del trazado, apartó la vista y la fijó en la ruta que debía seguir.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1496. ¿Dónde estás, Sally?, de Adam Surray

Novela, Policial

Robert Rafill desvió la mirada hacia uno de los rincones de su amplio despacho. Allí, confortablemente acomodado en un sillón, sonreía, divertido, un individuo. Un hombre joven. De unos veintiocho o treinta años de edad. Rostro de correctas facciones. Sus ojos, de un gris muy suave, destacaban extrañamente, por su carencia de brillo. Su mirada era fría, cínica e indiferente.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1497. Un millón por cabeza, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Aunque estaba atado a una silla y la fuga era imposible, el chico no parecía asustado ni mucho menos. Antes al contrario, se burlaba despiadadamente de los cuatro hombres que estaban frente a él, contemplándole con hostilidad no disimulada. —Mi padre os encontrará pronto, especie de bastardos, y hará que os corten los huevos —dijo el chico. Escupió despectivamente—. Montones de basura con patas, eso es lo que sois vosotros, incapaces de conocer lo que es un verdadero hombre como mi padre…