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Bolsilibros - Servicio Secreto 1599. Corrupción, de Albert Rosbund

Novela, Intriga, Policial

Cuando volví a ver a Martha Caldwell, después de varios meses de total separación, me alarmé enormemente. Nos habíamos conocido un año y pico atrás. Por esas fechas, James Simpson, que trabajaba como gerente de una conocida empresa de productos detergentes y que a la vez era amigo mío, requirió mi ayuda para la patrocinación de un concurso para cantantes noveles. Por supuesto, con fines publicitarios. Mi colaboración, como dueño del «Play Club», un local con buena faena en Brooklyn, donde habían trabajado importantes artistas, consistía en proporcionarle un contrato por una semana al vencedor o a la vencedora, así como formar parte del jurado.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1600. Un cadáver en el anzuelo, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Estaba en el mejor de los mundos, tumbado beatíficamente sobre uno de los bancos de la lancha, con la cabeza recostada en un cojín de espuma, el sombrero encima de los ojos y las manos sobre el vientre. A su lado tenía una nevera portátil, con cerveza y bebidas frescas. También disponía de una pequeña bolsa con bocadillos. La caña estaba sujeta a la borda. En aquellos momentos, Rod Trisher era el hombre más feliz del mundo. La lancha se balanceaba suavemente en un mar que parecía un espejo. La costa estaba a unos mil doscientos metros de distancia. A la derecha tenía un pequeño transmisor de radio, que emitía una suave música de fondo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1601. Harter, investigador privado, de Clifford Hilton

Novela, Policial

Estaba de pie en el umbral de la oficina y parecía asustado. Tendría alrededor de cincuenta años y era un hombre alto y atlético. Sus cabellos negros estaban salpicados por algunas canas. Sus ojos eran azules y fríos. 
Antes de trasponer la puerta, el hombre miró dos veces hacia atrás como si tuviese miedo de que alguien le estuviese espiando. 
Finalmente se decidió a entrar y cerró la puerta tras de sí. 
—¿Al Harter? —preguntó. 
—Sí —respondí—. Pase.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1603. La curva donde querías morir, de Frank Caudett

Novela, Intriga, Policial

Telly Crawford, para servirles. De profesión, mis investigaciones privadas. Con domicilio social abierto al público que quiera venir a encargarme algo para ganar unos dólares en Sullivan Street, una de las calles que componen el abigarrado crucigrama urbano en South Brooklyn, a las orillas del East River y frente por frente a la Governors Island. Con secretaria y todo. Pero de Peggy les hablo luego.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1604. Con las manos en la cabeza, de Clark Carrados

Novela, Policial

Caminaba detrás del sujeto y por eso no se dio cuenta de la interrupción que representaba la mujer que le cerraba el paso, hasta que chocó con ella, con tanta fuerza que casi estuvo a punto de derribarla. 
—Perdone —dijo, sin mirarla siquiera. Toda su atención estaba centrada en el hombre al que seguía, quien acababa de meterse en el portal de una casa no demasiado lejana. 
—Una limosna, por el amor de Dios —solicitó la mujer.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1605. Operación Centauro, de Clifford Hilton

Novela, Intriga, Policial

Con la cabeza recostada contra el respaldo del asiento, el comandante Robert White permanecía atento a las indicaciones del tablero de instrumentos. Volaba a una velocidad de mil ochocientos kilómetros por hora y a una altitud de doce mil metros. A lo lejos se divisaba la costa oriental de la China popular y un poco antes los pequeños islotes del archipiélago de Liu-Kiu. White accionó los mandos y el avión se elevó aún más silbándose sobre los quince mil metros.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1607. «Rouge Baiser», de Frank Caudett

Novela, Intriga, Policial

Allí estaba el añorado mobiliario, caro, señorial, recargado incluso, labrado, de color caoba, con aquella enorme cama en la que reposaba bajo el palio que sostenían las columnas de madera emergiendo de los respectivos extremos, en la colcha de un blanco impoluto y su recubierta de gasa trasparente, las artísticas mesillas a cada lado, el enorme peinador con sus cajones de asas doradas y el gran espejo ovoidal enmarcado en oro con artísticos relieves de delicada artesanía… Delante del espejo, ella. Allí estaba, sí.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1609. Se muere sólo dos veces, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Me lo había pronosticado uno de esos quiromantes de feria en una ocasión: —Usted… usted tiene unas extrañas rayas en su mano, señor. Yo me había sonreído, cambiando miradas burlonas con mis amigos, que reían sin tapujos ante la grave expresión del hombre de aire enfático que leía en la línea de mi mano. Puedo recordar ahora vagamente que era un individuo moreno, aceitunado, de pelo negro y rizoso y aspecto agitanado. Posiblemente procedía de alguna tribu errante zíngara, aunque no presumía de ello para explotar su modesto negocio en la feria de Coney Island.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1611. Juegos de tramposos, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Estaba sentado en un banco del parque, arrojando miguitas de pan a los patos del estanque y ella no se había apercibido de su presencia, hasta que oyó la voz de tonos un tanto irónicos, que le dirigía una pregunta: —¿Preocupada por el juicio, Cleo Shapper? La joven se volvió y contempló unos instantes al hombre que parecía haberle adivinado los pensamientos. Parecía joven, aunque la barba de casi un mes que cubría sus mejillas aumentaba aparentemente su edad. Vestía con modestia, casi pobremente, aunque con ropas limpias: cazadora de tela, camisa a cuadros, tejanos y zapatillas blandas. Cleo adivinó que era alto y fornido, a pesar de la postura en que se hallaba, sentado y con el torso ligeramente inclinado hacia adelante.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1614. El tigre y yo, de Clark Carrados

Intriga, Policial, Novela

La vio en la playa y estaba vestida, pero completamente inmóvil, lo que en un principio le hizo suponer que estaba contemplando un cadáver. Al aproximarse vio los movimientos regulares de ascenso y descenso de su pecho. Respiraba, luego estaba con vida. Pero tenía los ojos cerrados y los brazos a lo largo del costado. A Mel Griffith le pareció una incongruencia que una mujer joven y bonita, como podía apreciarse a la primera ojeada, estuviera en la playa, en un día de tanto calor, no sólo vestida por completo, incluidas medias y zapatos, sino que el color de su indumentaria fuese el negro. «Luto riguroso», pensó. Pero cada cual, en este mundo, podía hacer lo que quisiera, sin dañar a los demás, se dijo. De modo que, comprendiendo que podía molestar a la hermosa desconocida, dio media vuelta y se dispuso a retirarse. Llevaba una toalla en la mano y una bolsita en la otra, con el tabaco y las cerillas. Tomaría el sol un rato, se daría luego un baño y…


Bolsilibros - Servicio Secreto 1616. Chantaje criminal, de Albert Rosbund

Novela, Intriga, Policial

Me había trasladado al centro de la ciudad para hacerme una idea del muchacho. El grupito que capitaneaba tenía prevista una manifestación entre los parques Lafayette y Douglas Mac Arthur, según me había informado una hora antes entre gente allegada, a la panda allá en su cuchitril de Los Angeles Este. No había sido difícil, sólo un puñado de dólares para que se pudieran comprar unos porros. Antes de actuar quería verlo, observarlo. Imaginaba que la cosa no iba a resultar muy agradable, tal como me habían explicado estaba el asunto. Claro que para eso me habían contratado… y me habían pagado bien. En efecto, por allí andaban. No hubo ninguna dificultad en localizarlos. Llamaban tanto la atención como un camello en una autopista.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1618. Cena de traidores, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

El cheque, ciertamente, estaba allí, prendido a la misiva, que se había escrito en papel beige, recio y crujiente, lo mismo que el sobre. Quinientas libras, pensó Sir Brian Woodward, era mucho dinero para compensar gastos de un traslado desde Londres a un lugar cercano a la capital, como allí figuraba escrito. Dobló cuidadosamente el papel bancario, pensando en devolverlo a su remitente en cuanto llegara a aquel lugar. El mensaje le intrigaba, en verdad. No recordaba a amigo alguno que residiera en el punto de origen de aquella carta. Posiblemente algún viejo amigo pretendía darle una pequeña sorpresa, pensó para sí. Después de todo, no eran muchas las personas que conocían su dirección particular en Londres. Habitualmente, recibía el correo en su club o en las oficinas del Ministerio.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1620. El pasado de Betty Bell, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Sentíase satisfecho. Había traicionado a su cliente, era cierto, pero, a cambio, había recibido un sustancioso fajo de billetes, que le iban a quitar las penas durante muchos meses. Además, era un tipo listo. Clell Roxmire se sentía doblemente satisfecho, porque había fotocopiado todos los documentos vendidos al cliente. Un día, si lo consideraba necesario, volvería a sacar las copias a la luz y conseguiría otro buen paquete de dinero… Mentalmente, se frotó las manos, a la vez que se apeaba del coche. Haciendo saltar las llaves en la palma de la mano, avanzó hacia la casa. Era un negocio redondo. Había que celebrarlo con un par de copas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1621. Viento demencial (2ª Ed.), de Curtis Garland

Intriga, Novela, Policial

Abdullah Hakim nunca había sido un fanático. Era un hombre, por el contrario, totalmente equilibrado, sensato y nada extremista. Cierto que trabajaba en pro del reconocimiento palestino por el Gobierno de Israel, porque ésa era no solamente su obligación como político árabe, sino también su propia y personal convicción como miembro de una raza que él consideraba sojuzgada y oprimida. Pero sus medios combativos jamás habían pasado de demandas ante las Naciones Unidas, requerimientos legales y procedimientos jurídicos ante Tel-Aviv, buscando una entente cordial en los territorios ocupados y una posible paz futura en la zona más conflictiva del mundo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1623. Ira, fuego y destrucción, de Clark Carrados

Novela, Policial

SENTÍASE aturdido y a veces tenía ganas de vomitar. Llevaba puesta una espesa venda negra sobre los ojos y, con las manos atadas, no podía soñar en quitársela. De cuando en cuando, uno de sus secuestradores acercaba a sus narices un trapo empapado en algo que olía a diablos. Eso era lo que le privaba del conocimiento casi por completo y originaba su aturdimiento y las náuseas que no hacían ningún bien a su estómago.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1625. Tráfico de armas, de Clifford Hilton

Novela, Policial

El camión se detuvo frente a unos enormes barracones de almacenaje que estaban próximos a los muelles. Las puertas se abrieron y el camión entró en el barracón. 
El conductor saltó de la cabina del vehículo y se dirigió a los cuatro estibadores que le aguardaban. 
—¿Chiasaro? —preguntó el camionero. 
—Está en las oficinas. Te esperaba. 
El camionero se encaminó hacia las oficinas que estaban al fondo del barracón.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1627. Invulnerable, de Curtis Garland

Novela, Policial

—¿Ralph Davis? 
—Sí. 
—¿Su pasaporte, por favor? 
—Por supuesto. Aquí lo tiene. 
La mano del funcionario de policía tomó el documento. Lo abrió. Examinó la fotografía y miró al hombre que se lo había entregado. 
—Norteamericano, ¿eh? —comentó—. Del mismo Nueva York.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1630. La muerte de Tom Nolan, de Clark Carrados

Novela, Policial

Dejó el coche en el garaje subterráneo y avanzó unos pasos, haciendo saltar las llaves en la palma de la mano. Tom Nolan se volvió unos segundos después y contempló sonriente y orgulloso el automóvil que se había comprado apenas hacía una semana. Sí, podía sentirse satisfecho de la vida. Había dado con una buena mina, la estaba explotando a fondo y parte de los beneficios habían sido invertidos en aquel lujoso Mercedes descapotable, de color rojo guinda, en el que no faltaba el menor detalle.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1633. La chica de los diez millones, de Clark Carrados

Novela, Intriga, Policial

Era una chica preciosa, con las redondeces justas en los sitios apropiados. Tenía el pelo del color del trigo maduro y sus pupilas parecían hechas de un trocito de cielo al amanecer. Como hacía buen tiempo, vestía un traje estampado, de manga corta y escote moderado, que la confería un aspecto realmente seductor. Fay Rohrman era el más claro ejemplo de la vitalidad y frescura juveniles. Además, ella se sabía con una salud perfecta. Desconocía qué era siquiera una tableta de analgésico. Aparte de las dolencias propias de la infancia, jamás había estado enferma. Ni siquiera sabía qué era un mal resfriado y, si hubiera sido por ella, los dentistas se habrían arruinado.


Bolsilibros - Servicio Secreto 1635. Ella no existía, de Curtis Garland

Novela, Intriga, Policial

Había dejado de llover poco antes. Era habitual en otoño que aquella región registrase lluvias, incluso bastante más intensas y prolongadas que la de aquella madrugada y primeras horas de la mañana. Los charcos reflejaron la tibia claridad solar, entre las nubes grises que aún flotaban sobre el verde paisaje de Staffordshire. La tierra, húmeda y fangosa, se veía en el serpenteo de los caminos que se perdían entre brezos, matorrales y bosquecillos, o entre los setos de las aisladas mansiones y granjas de la región. En el pináculo de algunas torres de fincas de labranza o de cría de ganado, las veletas giraban intermitentemente con los soplos de la brisa matinal. Caballos y reses empezaban a asomar sus cuerpos marrones o blancos por entre el verdor lujurioso de la hierba en los amplios pastos.