Se puede jugar con el corazón de una pobre niña rica pidiéndole dinero para comprar libros y utilizándolo para pagarse a un par de profesionales del sexo… Se puede jugar con el miedo de una famosa modelo y actriz de cine, y asediarla con llamadas telefónicas y amenazadoras hasta hacerla enloquecer… Se puede jugar al escondite con un traficante de drogas, metiéndose en su discoteca y destrozándolo todo solo para llamar la atención… Se puede jugar con las palabras y elaborar teorías literarias, revolucionarias e inconoclastas sobre autores clásicos de toda la vida y sus detectives de ficción, con la única intención de ligar… Se puede jugar con cueros y cadenas y mordazas y látigos… Se puede jugar en casa y en la calle, en el hospital, en el aparcamiento, en el asilo de ancianos, en el restaurante y hasta en casa de tu hijo, en compañía de nuera y nietos… Se puede jugar a policías y ladrones, y a investigadores privados, como los de las películas, y al ajedrez, y al parchís, y al póquer, y al mus, y hasta a la ruleta rusa… Pero con los muertos, no, eso sí que no: Con los muertos no se juega.
Una maruja necesita un detective como Ángel Esquius, pero no para que le ayude a encontrar la clave de ningún secreto, sino para que le proporcione la llave que abre todas las puertas y que es el dinero. Tal vez la asistenta proletaria aspire a convertirse en aristocrática ama de llaves. —Un momento, un momento. ¿Dice que sabe quién mató a su hija pero que no piensa comunicarlo a la policía? —Sí, señor, yo solo aspiro a una pequeña compensación económica, una pensión vitalicia… —¿Y a mí me diría quién mató a su hija? —Sí… Supongo que ustedes deben saberlo… Fue el rey. —¿Qué? —El rey, sí, sí, el rey, el rey. En su investigación, Ángel Esquius irá averiguando que hay llaves inglesas, como algunos jugadores de fútbol, o llaves de paso, que son un visto y no visto, hoy están y mañana no… … Hasta que consiga descifrar «La clave de las llaves».
Algunos casos te dan dolor de cabeza. Por ejemplo, el de una religiosa secuestrada en un convento de clausura, o el de un hombre al que no le gustan los negros buscando a su hija negra. También hay casos que te pueden hacer perder la cabeza, como el robo de un famoso cuadro en el que el principal sospechoso es el hombre de blanco que manda en el Vaticano. Y situaciones que te traen de cabeza, como el tener una prostituta kosovar durmiendo en tu casa… sin haberla invitado. El detective Ángel Esquius puede hacer frente a eso y todo más. Pero esta vez, si quiere salir vivo del embrollo en que se ha metido, primero tiene que encontrar a una monja muy especial… la monja que perdió la cabeza. La tercera aventura del estrafalario y siempre apurado detective Esquius, protagonista de «Con los muertos no se juega» y «La clave de las llaves», vuelve cargada de intriga, acción y ácido sentido del humor.
No es habitual en la moderna novela negra, la localización principal en terrenos extraurbanos. Podríamos decir que la ciudad le va bien a la intriga criminal. Sin embargo, como excepción que confirma la regla, Andreu Martín y Jaume Ribera, nos llevan de excursión a la montaña pirenaica, a un pueblo perdido donde una femme fatale, Sara Artigues, precisa de los servicios de la agencia de detectives del atrabiliario y parlanchín señor Biosca, en Barcelona. El detective Ángel Esquius es encargado por la agencia para arrojar luz sobre tan obscura trama. Esta joven viuda, de ojos color esmeralda y largas piernas bien torneadas, se manifiesta aterrada por temor a sufrir un chantaje. Todo ello explicado en un intrincado dialecto local y con profusión de frases textuales extraídas del cine. Entre los móviles de tal presagio, el dinero, mucho dinero. Su fallecido marido le ha dejado una herencia importante, entre cuyos frutos hay tierras extensas, susceptibles de ser recalificadas en campos de golf. Las intrigas típicas del mundo rural son aquí un material espléndido para localizar la acción: las envidias, los ataques de cuernos, las disputas por los terrenos, los celos, las herencias justicieras, la promiscuidad en todos los ámbitos, la carencia de intimidad y anonimato, los odios genealógicos, las recalificaciones del suelo y las teorizaciones ecológicas… También hay dos muertos, por si faltara algo. Una lectura que mantiene la sonrisa en nuestros labios, a pesar del trasfondo sangriento de una trama criminal inverosímil.
La historia comienza con la muerte de un niño en un parque de diversiones. Inmediatamente, la situación desencadena el clásico «¿podría ser un accidente? Por supuesto que no…» y no pasará mucho tiempo antes de que el periodista Sam Evans empiece a darse cuenta de que algo anda mal. Pero cuando comienza a vincular esta muerte con otros aparentes accidentes en la ciudad, ¿está su obsesión llevándolo demasiado lejos?
—Esperemos que ese joven que te gustó hoy —dijo el padre enérgicamente— sea hijo de Fulano o de Zutano. —Yo no sé de quien es hijo —murmuró Susana, tranquilamente—, Lo único que sé es que me gustó. —Pues debieras enterarte antes, quienes son sus padres. —Igual es huérfano —dijo Susana campanuda. —¡Susana! —Perdona, papá. Yo no voy a ir preguntando el árbol genealógico de la familia a todos los chicos que conozco. —Esta ciudad es como un pueblo grande y en seguida se sabe a qué clase pertenece cada cual. —¡Nunca en mi vida había visto a ese chico. Sé que se llama Gerardo, es lo único que sé y que me resultó una velada entretenida junto a él. —En la discoteca. —Pues sí, mamá. —Juan, tienes que imponerte. Susana no debe volver a una discoteca.
Carolina deja su pais de origen en busca de una mejor vida en España, no sabiendo que atravesará obstaculos que pondran a prueba su fortaleza y su dignidad. Lo que comenzó como un gran sueño llega a convertirse en su peor pesadilla. Ni aún el amor más puro logra sanar sus heridas. La delgada linea entre amarse o dejarse destruir por aquel que cree es el hombre de su vida.
Desde un caserón al borde de un acantilado en las afueras de Cadaqués, Simon Schneider trabaja para un autor de gran éxito que se hace llamar Gran Bros y que vive oculto en Nueva York desde hace años. Simon es un hokusai, es decir, un distribuidor de citas para otros escritores, entre los que se encuentra, sin que él pueda imaginarlo, el mismísimo Pynchon. La tarde del 27 de octubre de 2017, Simon, que se ha quedado bloqueado cuando intentaba recordar una frase sobre el infinito, deja atrás su caserón y emprende un largo paseo en busca de la cita perdida. Cuando se camina al borde del abismo y las certezas se tambalean, una huida a tiempo puede ser una puerta abierta hacia la escritura sin aditivos, aquella que hace saltar por los aires los límites de la ficción, trasciende la experiencia personal e histórica, y concibe una geografía soñada por un alma liberada de todo, hasta de su propia desgracia. Esta bruma insensata es una novela sobre la energía inextinguible que proviene de la ausencia y sobre la tensión entre la fe en la escritura y el rechazo radical a ésta. Enrique Vila-Matas, uno de los mejores narradores de nuestros días, alumbra la paradoja de que la única originalidad posible surja del arte de la cita en un lúcido y brillante duelo de ingenios entre dos formas de entender la creación literaria.
Una novela histórica donde el autor nos muestra tal cual el estado del espionaje en Inglaterra previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial.. Un recién nacido MI6 compite con los servicios de inteligencia alemanes, porque saben que la guerra no se ganará exclusivamente en el campo de batalla. Aventuras, pasión e intriga guiados a través de un minucioso rigor histórico que nos llevará a comprender varias claves, hasta ahora desconocidas para el gran público, del conflicto bélico más devastador de nuestra historia.
Una trama impetuosa con un final sorprendente.
Ainhoa y Joana son hermanas y viven en Kresala, una urbanización a orillas del Cantábrico. Nerea y Mary residen en Madrid desde hace años, pero siguen en contacto con sus amigas de la infancia. Irene no está pasando su mejor momento, y Olivia se dedica a viajar por el mundo pegada a una tabla de surf. Una despedida de soltera hará que todas dejen de lado sus obligaciones y se reúnan como cuando eran niñas. Lo que ninguna espera es que ese invierno lo cambio todo. Seis amigas. Siete historias de amor. Cuatro estaciones. A veces, antes de empezar hay que terminar. Amistad. Amor. Familia. Sueños. Retos.
Ahora que Ainhoa tiene que adaptarse a vivir lejos de Jon, empieza a dejarse llevar por primera vez en mucho tiempo.Joana, por su parte, comienza a salir del agujero en el que lleva dos años enterrada.Mary vive en Oslo y parece feliz. Nerea ejerce de médico en el centro de salud de un pueblo de Segovia.Irene ha recuperado su amistad con Iker y o descarta dar un paso más en su relación, mientras que Olivia se ve obligada a dar por concluida la temporada.Una vuelta imprevista a Kresala, una noticia inesperada y el día a día harán que unas amigas que se echan de menos se vuelvan a tener.Lo que ninguna sabe aún es que, en primavera, las mariposas aletean con más fuerza.Seis amigas. Siete historias de amor. Cuatro estaciones.Recuerda lo bello que puede ser el cambio.
En esta segunda parte de la Trilogía Estaciones, “La Estación de Varsovia”, la trama continúa su periplo por una Europa sumida en el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
El MI6 juega su papel ante la embestida alemana al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Hitler no ve adversario a temer en un ejército británico que tiene que replegarse como nunca antes hizo en su historia para evitar la masacre. Los servicios secretos alemanes tienen un nuevo enemigo, la agencia predecesora de la KGB soviética. La batalla más cruel de toda la historia de la humanidad se librará no solo en el campo de batalla, sino en el tablero del espionaje internacional. Traición, reencuentros, aventuras y espías inundan esta novela marcada por el exhaustivo rigor histórico que emana de sus páginas.
Una trama increíble que nos deja anhelando con impaciencia la llegada de la tercera parte de la trilogía.
Este es un libro sobre el duelo y es también el detonante para modificar todo lo que hemos convertido en cotidiano, lo que cambia el foco y la lente con los que vemos el mundo y su recuerdo. Un camino que se abre para transformarnos en algo nuevo. Escrito con las herramientas de la mejor literatura, arriesga y conmueve por su sinceridad, sin ahorrarse ninguna verdad incómoda.
Un inesperado virus mortal acaba con la humanidad tal y como la conocemos: ya no quedan trenes que unan los lugares, ni internet que nos permita conocer el mundo, ni siquiera ciudades en las que vivir, solo quedan asentamientos hostiles al visitante ocasional. En este desolador panorama un pequeño grupo de actores y músicos tienen una iniciativa sorprendente: crear la Sinfonía Viajera, con el fin de mantener vivo un resquicio de humanidad. Pero en este libro nada es fácil y pronto este rescoldo de civilización también se verá amenazado por un violento profeta. Esta novela va más allá de su argumento y escritura, originales y ambiciosos: nos sumerge en un mundo distinto y nos obliga a reflexionar sobre el presente, sobre lo que tenemos y qué valor le damos. En definitiva, un homenaje inteligente y sobrio a los pequeños placeres de la vida. Un libro difícil de dejar y, más aún, de olvidar.
Julia es una joven fotógrafa que empieza a trabajar en «El Universal». Con su cámara a cuestas, capta la imagen de Alfonso XIII entrando en un chalé de la mano de una mujer que no es la reina, Victoria Eugenia de Battenberg, sino una amante. El director del periódico se niega a publicar esa foto, y encomienda a Julia un reportaje sobre las obras de construcción de un modernísimo medio de transporte que va a alterar la vida de Madrid: el Metropolitano; y más aún cuando poco después aparece el cadáver del capataz de las obras.
Álvaro Collado, el protagonista, regresa a Caracas tras diez años de destierro, en 1948, y se encuentra a sus viejos amigos y conocidos alterados por una circunstancia que más que extrañarle, le repele: el inminente golpe de Estado.
Ese revuelo por agasajar al próximo dueño del país que anima a los amigos del protagonista y los tipos de turbia catadura de los que el futuro dictador se sirve para cumplir sus propósitos constituyen la galería que urde este relato, descubriendo con su trama toda la hipocresía y la avilantez de una sociedad.
Con Estación de máscaras , Úslar Pietri concluyó lo que pretendía ser una trilogía - El laberinto de Fortuna \- y que se convirtió en un binomio -esta novela y su predecesora: Un retrato en la geografía \- sobre la convulsión social que supuso la explotación del petróleo para Venezuela.
Julia: Alto, moreno y hermoso? Sí, ese es él. Xander es un veterano con una sonrisa atractiva, dulce y protectora del corazón con un cuerpo de desmayo después. Y él es un cliente. Sí, que sea profesional, sin embargo, no me importaría conocer más de él después de las horas de trabajo. Veo la forma en que me mira y yo no soy el único barridos por la innegable atracción entre nosotros. ¿Tenemos una oportunidad de amor o nuestro pasado a nosotros que negar? Xander: Un evento desafortunado llevó a Julia a mi vista. Desafortunado, sí, pero estoy agradecido por ello. Querer volver a verla, me convertí en su cliente. Amable y hermosa, ella es un soplo de aire fresco, un faro de luz en mi vida solitaria. La quiero y ella me quiere. Sólo el tiempo dirá.
David Milar es un personaje de mucho cuidado. Mujeriego, bebedor y con un más que dudoso doctorado en física, no puede evitar hacerse pasar por su padre, el eminente psiquiatra David Milar sr., cuando la concupiscible Mirtila Lump lo confude con su progenitor. Embarcado en una involuntaria aventura espacial a causa de su incontinencia sexual, pronto se encontrará viajando hacia Hoonai, el hogar de la raza Kghasatshu, donde deberá tratar los problemas psicológicos de Yagghumasth, el ordenador que rige los destinos del planeta. Durante su estancia en Hoonai, David Milar también tendrá que tratar con los propios Kghasatshu y procurar no violar su complejo código de conducta, a riesgo de sufrir una babeada como castigo o la propia muerte. Por si todo esto fuera poco, nuestro pícaro personaje no tardará en comprender que en Hoonai hay mucho más de lo que parece y que, si no se mueve con cuidado, tiene muchos números de acabar envuelto en una turbia intriga que podría poner en peligro nada menos que el futuro de la raza humana.
En París muere un físico después de mostrar un experimento en su laboratorio a una guapa visitante. En la selva de Malasia un misterioso individuo compra maquinaria de excavación profunda de una capacidad exagerada. En Vancouver alguien alquila un pequeño submarino para investigar en los mares de Nueva Guinea. Y en Tokio un agente de la inteligencia intenta captar el sentido de lo que está pasando. Este es el arranque de «Estado de miedo», la emocionante y polémica obra de Michael Crichton. Con un ritmo trepidante, el autor sitúa al lector ante una realidad para muchos totalmente desconocida: el mundo del ecoterrorismo y de los ciencítficos dispuestos a modificar o manipular sus datos según las necesidades de las organizaciones que subvencionan sus investigaciones. Solo Crichton sabe combinar la fuerza irresistible de un «thriller» que engancha desde la primera página con los datos científicos que ponen los pelos de punta. Y lo peor es que nos habla de una realidad actual, no de un posible escenario futuro…
Cuando el mundo cae en desorden a manos de un virus mortal que se acerca al lanzamiento de un nuevo dispositivo de cámara inteligente , implementado por gobiernos de todo el mundo, William Thorn comienza a notar un patrón. Ahora, después de pasar su vida como profesor de vigilancia en una universidad, el pasado de William vuelve a él cuando se despliegan los patrones. Este sistema, después de todo, fue la razón por la que dejó la CIA. El gobierno trató estos proyectos como operaciones subterráneas que no tenían ningún vínculo con el mundo real. Moviendo una enfermedad dentro y alrededor de donde fuera necesario, encubriendo el hecho de que estaban instalando equipos de vigilancia de alta tecnología que monitoreaban a la población. ¿Y ahora? Lo estaban trayendo a suelo estadounidense. Pero William Thorn es solo un hombre con un historial de incumplimiento. Si trata de deshacerse de su peso, se deshacerán de él como habían hecho antes con tanta gente. Con la ayuda de un viejo compañero del ejército, Rex Carter, William debe navegar por las calles vacías entre los infectados, tratando de averiguar cuál es el objetivo final.