Durante la II Guerra Mundial, Kravchenko fue capitán del Ejército Rojo, justo antes de ser enviado a Estados Unidos como funcionario de la Comisión Soviética de Compras en Washington. Fue entonces, en 1943, cuando tomó la decisión de desertar y romper toda relación con la URSS. Tuvo que ocultarse para poder escribir el que sería uno de los más estremecedores relatos sobre lo que estaba pasando en Rusia. Su libro «Yo escogí la libertad» se aupó, en sólo ocho semanas, a las listas de los libros más vendidos. A partir de ese momento, sufrió una serie de falsas acusaciones provenientes de la Unión Soviética y sus partidos satélites y tentáculos europeos, como la revista «Les Lettres Françaises» que, desde sus páginas, le acusó de crear una gran mentira al servicio de las agencias norteamericanas de inteligencia a base de propaganda antisoviética. Kravchenko les demandó, en Francia, y comenzó el único gran juicio en la historia contra el comunismo, que ha sido equiparado por muchos con el de Nuremberg contra los nazis por la gran cantidad de víctimas del terror ruso que testificaron en él. El escritor ganó el juicio. Víctor A. Kravchenko apareció muerto en su apartamento de Manhattan, con un tiro en la cabeza, en febrero de 1966, dejando viuda y dos hijos. Aunque su muerte aún no ha sido esclarecida, su hijo Andrew siempre ha defendido que fue un trabajo del KGB. «Yo escogí la libertad» es la tremenda confesión ante el mundo de un alto funcionario soviético sobre la realidad comunista en su patria. En esta biografía novelada, Kravchenko muestra la dramática y terrible realidad de los sistemas totalitarios que marcaron, ya para siempre, el convulso siglo XX.
Para unos, Philip K. Dick no es más que el nombre de un escritor de ciencia ficción, cuyas obras inspiraron las películas de Blade Runner y Desafío Total. Para otros, es uno de los escritores esenciales del siglo XX. Y, para unos pocos, el agente de una auténtica Revelación. Una cuestión obsesiva que ha hecho de su vida caótica una extraña odisea espiritual: ¿Quién sabe lo que es realmente?, ¿Quién de nosotros puede probar, por ejemplo, que Alemania y Japón no ganaron la guerra, que vivimos en la Tierra, que somos hombres, que no estamos muertos? En California de los años sesenta, esas vertiginosas dudas llevaron a Dick a un encuentro con las drogas. Confió en que le darían acceso, más allá de los simulacros, a una Realidad Última. Se convirtió en un apóstol del LSD, un gurú de la contracultura. El hombre en el castillo, Ubik, La penúltima verdad, unas novelas que se mueven en el estrecho filo entre la revelación y la locura, fueron la Biblia psicodélica para toda una generación. Entonces el sueño se convirtió en pesadilla. El explorador de la conciencia se perdió dentro del laberinto. En 1974, tras los años de vagabundeo espantoso, tuvo una experiencia mística, y hasta el momento de su muerte se preguntó si era un profeta o el juguete de una psicosis paranoica, y si existía una diferencia entre ambos. A quien Dios habla ¿oye algo más que su propia voz?
En el invierno de 1780, Farinelli, el castrato más famoso de su tiempo, decide dejar constancia con la pluma y sobre el papel de todo cuanto ha aprendido, de todo cuanto ha vivido, de todo cuanto ha amado. A sus 75 años, retirado en su villa de Bolonia, rememora sus inicios, sus maestros, sus amores y desamores, y sobre todo sus horas de gloria en los teatros de Europa entera, cuando la gente desfallecía de emoción ante el simple sonido de su voz. Pero donde colmó todos sus sueños fue en España, donde llegó de la mano de la reina Isabel de Farnesio para curar la melancolía que había anulado la voluntad del rey Felipe V. Llegó para unos meses, se quedó 20 años. En esta fascinante recreación de la vida de Farinelli, Jesús Ruiz Mantilla hace revivir ante los ojos del lector la Europa del barroco, desde Nápoles, Roma y Venecia hasta Viena, Londres y Madrid, recreando las cortes del Príncipe Luis de Gales, de Luis XV de Francia, del emperador Carlos VI de Austria o de Felipe V, el primer Borbón que reinó en España. Y narra la relación de Farinelli con Mozart, Haendel, Gluck y otros grandes de su tiempo. Farinelli sabía que el arte de los castrati estaba condenado a desaparecer. Lo que no podía saber es que más de doscientos años después, sus arias resonarían en cada vez más teatros del mundo. Ni que sobre su vida se filmarían películas y se escribirían libros como el que el lector tiene en sus manos. Un libro que es antes que nada un canto de amor a la música y a esos suspiros momentáneos de la belleza más absoluta.
La figura que representó los más dramáticos destinos de Alemania durante un periodo crucial de la historia del mundo ha sido descrita desde muchos puntos de vista por amigos y adversarios. Pero ninguno de los libros que sobre Hitler se han publicado posee el valor humano del que le ha dedicado Heinrich Hoffmann, su fotógrafo oficial y uno de sus más íntimos amigos. Ante nosotros aparece en este libro no sólo el Führer del pueblo alemán, el conductor de multitudes, el fanático de un sistema político férreo e implacable, el hombre que llevó a su patria a la cumbre de su poderío material para arrojarla luego al abismo de la derrota, sino Adolfo Hitler, el hombre, con sus fracasos juveniles, sus inquietudes artísticas, sus aventuras femeninas, sus diversiones y sus cóleras. Publicado a la vez en varios idiomas, el libro de Hoffmann ha logrado en el mundo un éxito auténticamente sensacional.
Un día, poco antes de que se jubilara como profesor de la Universidad de los Andes, el narrador, ensayista y economista Alejandro Padrón fue informado por el entonces ministro de Energía y Minas que acababa de ser nombrado embajador de Venezuela en Libia. Así comenzó una aventura de dos años que lo lanzaría a la experiencia, inédita para un académico como él, de formar parte de la diplomacia venezolana en la era Chávez. Antes de que los sucesos de abril de 2002 lo llevaran a la decisión irrevocable de renunciar a seguir representando a un gobierno en el que no creía, Padrón tuvo ocasión de ver en qué se parecen Libia y Venezuela, en qué consiste la actividad de un embajador de la República Bolivariana, y qué clase de hombre es Muamar Gadafi, el jefe sin cargo oficial de un desierto que flota sobre petróleo, donde decide sobre las vidas de los demás rodeado de amazonas, de vehículos de lujo, de armas y de un séquito digno de las Mil y una Noches.
No hay muchas personas que puedan decir que han visto pasar una parte importante de la historia del siglo XX ante sus ojos. O casi por encima, aplastándolas. Marita Ilona Lorenz es una de ellas. Nació en Alemania en 1939, 75 días antes de que Hitler invadiera Polonia. De niña sobrevivió al campo de concentración de Bergen- Belsen. Poco después de la liberación, a los siete años, fue violada por un sargento de las tropas de ocupación estadounidenses. En 1959, cuando tenía 19 años, conoció a Fidel Castro en La Habana, a bordo del barco de su padre. Se convirtió en su amante. Embarazada de varios meses, la sometieron a un aborto del que en parte culpó a Fidel. Lo que permitió que la CIA y el FBI la empujaran a participar en la Operación 40, la trama gubernamental que intentó, en vano, derrocar a Castro. La enviaron de vuelta a La Habana para asesinarlo, pero fue incapaz de hacerlo: seguía enamorada de él. Poco después tuvo una relación en Miami con Marcos Pérez Jiménez, el dictador venezolano, de la que nació una hija, Mónica. Años más tarde, en noviembre de 1963, viajó de Miami a Dallas en un convoy del que formaban parte Frank Sturgis, años después detenido en el Watergate, y un hombre que ella conoció como Ozzie, y que no era otro que Lee Harvey Oswald, acusado del magnicidio de John F. Kennedy. Fue party girl con la mafia neoyorquina, de donde salieron algunos de sus amantes. Se casó y tuvo un hijo, Mark, con un hombre que espiaba a diplomáticos del bloque soviético, misión a la que se sumó. Cuando antes de testificar ante el Congreso Sturgis desveló públicamente en la prensa quién era su mundo empezó a desmoronarse. La historia de Marita tiene luces y sombras. Está construida con recuerdos que ocasionalmente se enfangan en la historia oficial, la desdibujan, la cuestionan y, también, la completan. Pero sobre todo es una historia de amor y peligro. La de la espía que, por encima de todo, amó al Comandante.
Maurice Caillet, venerable de una Logia francesa durante 15 años, desvela secretos de la Masonería en un testimonio que muy pocos se atreven a ofrecer. Rituales, normas de funcionamiento interno, juramentos y la influencia en la política de esta organización secreta salen ahora a la luz, en particular las implicaciones del juramento que obliga a defender a otros hermanos masones. El libro desvela también la decisiva influencia de la Masonería en la elaboración y aprobación de leyes como la del aborto, en Francia, en la que él, como médico, participó activamente. Caillet, nacido en Burdeos en 1933, especializado en Ginecología y Urología, practicó abortos y esterilizaciones antes y después de que gozasen de amparo legal en su país, y llegó a alcanzar cargos de relevancia en la Administración sanitaria.
La literatura de acción nos da la imagen de lo que queremos ser. De ahí la atracción que ejercen escritores como Joseph Conrad y Antoine de Saint Exupéry. Pero estos escritores han hecho algo más que presentarnos hombres aventureros, que aman la acción por la acción. Sus hombres, y ahí está lo más importante, actúan porque están comprometidos. Si Conrad nos ha dado el mar como el escenario en que los hombres anudan o desatan sus conflictos, Sain Exupéry nos ha dado el cielo, pero no aquel de los dioses, no el cielo inalcanzable de los poetas, sino uno más bajo, más cercano al hombre. Un cielo que refleja el alma misma del hombre, y que, por eso tanto puede ser hermoso como terrible. El paisaje, decía Unamuno, es un estado de ánimo. También el cielo. El cielo en este libro es el de un momento preciso de España. Con recuerdos y con trozos de diario ha escrito este libro Francisco Tarazona. No es una «visión panorámica» o un alegato político, sino el testimonio parcial, comprometido, de «uno de ellos». Con un estilo directo, preciso, que no se niega a la división poética, estas páginas recrean aquellos momentos, aquellos hombres. Con sus actos, heroicos y mínimos, cotidianos. Y sabemos de momentos escalofriantes como la muerte de Eloy, o el vuelo espectral de un bombardero con la tripulación muerta. Y está la camaradería, el amor y la alegría; todo eso, en fin, capaz de ganarle terreno aunque sólo sea un palmo, a la peste que sopla sobre la tierra: el odio y la violencia.
Es las página de este libro, Jesús Hernández nos relata con estilo vigoroso de escritor los episodios de intenso dramatismo del frente interno de la República española en el período de la guerra civil de 1936-1939. Es una aportación a la historia de España contemporánea en que la avidez de conocimientos queda saciada y las deducciones aleccionadoras para el futuro pueden fácilmente espigarse.
El mundo entero sabe que Gaudí fue uno de los arquitectos más geniales de la historia. Pero alrededor de su vida y su persona continúan planteados muchos enigmas. ¿Era Gaudí homosexual? ¿Fue masón? ¿Cuál fue su sentimiento religioso? ¿Estaba a favor de una España federal? ¿Por qué dejó la continuación de la Sagrada Familia a sus discípulos menos aventajados? ¿Cuál fue la relación de Gaudí con los otros grandes intelectuales de su tiempo, Verdaguer, Maragall, Unamuno? ¿Quién fue en realidad Gaudí? Pocos podrían responder mejor a estas preguntas que Xavier Güell, tataranieto de Eusebio Güell, el hombre que apoyó y financió a Gaudí en la mayoría de sus proyectos más importantes. Xavier Güell , para quien Gaudí siempre fue alguien de la familia, le hace hablar en primera persona para contarnos su vida, desde su infancia en Reus hasta el día de su muerte, y las razones profundas de su obra. Gaudí nos cuenta así las intenciones y los retos con los que abordó cada nuevo proyecto, los problemas de todo tipo que tuvo que sortear y su valoración del resultado final. De esta manera, el lector se adentra, como no lo había podido hacer hasta ahora, en la vida y la obra de Gaudí al tiempo que conoce los grandes hechos históricos que a Gaudí le tocó vivir: la Semana Trágica, la Barcelona anarquista y del pistolerismo, el despertar del nacionalismo catalán.
Novela alrededor de la monja novohispana sor Juana Inés de la Cruz, que en los últimos años debió deshacerse de sus libros y de la palabra, acosada por los altos funcionarios de la Iglesia en Nueva España. La novela mira a sor Juana a través de las mujeres reales y ficticias (abuela, madre, hermanas, tía, maestra, virreinas, esclavas, monjas y el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, alias sor Filotea) que acompañaron su tiempo (la segunda mitad del siglo XVII) y que tejieron sus destinos por contraste o en complicidad con esta mujer sobresaliente “Ahora me piden que sea otra de la que soy, que me corte la lengua, que me nuble la vista, que me ampute los dedos, el corazón, que no piense, que no sienta más que lo que es menester y propio de una religiosa, de una esposa de Cristo. ¿Quién ha decidido que no pensar es propio de la mujer del Altísimo?”
Aunque el concepto de cultura, ligado a la civilización y al progreso, fue variando sucesivamente en el tiempo, se asocia cada vez más con la innovación, la tecnología y, sobre todo, con el nuevo conocimiento. El mundo es cada vez más complejo y la cultura tiene que ver con esa complejidad. En la actualidad, sus contenidos se manifiestan en múltiples soportes, triturando las fronteras y surgiendo nuevos modos de idear, producir, consumir, difundir y entender los hechos culturales. Así se refleja en este libro, en el que el lector podrá encontrar una serie de escritos, artículos, libros descatalogados, etc., referidos al cine, a la televisión y a la cultura en general que reflejan desde distintas perspectivas la evolución sociocultural del país durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI. Una antología fundamental de un observador indispensable de las últimas décadas.
Nadie se ha esforzado tanto como Joachim Fest por comprender los rasgos y mecanismos del nazismo. Su ponderado análisis del Tercer Reich, sus biografías de Adolf Hitler y de Albert Speer, así como la magistral descripción de los últimos días vividos en el búnker de Hitler que hace en El hundimiento, cuentan con millones de lectores en todo el mundo. Pero ¿cómo vivió él mismo, nacido en 1926, el nazismo, la guerra y la derrota de Alemania? Para Joachim Fest que falleció poco después de terminar este libro, la profunda tragedia alemana fue la incapacidad de las élites culturales de hacer frente al fascismo. Atípico y conmovedor, este libro recoge la resistencia al régimen nazi de una familia católica alemana desde la profunda convicción moral de su padre, que asumió la pérdida de privilegios y la precariedad por resistirse a las presiones de unirse al partido nazi y a las estructuras del régimen. En estas memorias de sus años de infancia y juventud, Joachim Fest nos ofrece por primera vez una visión íntima de sus vivencias más directas durante esos años oscuros. La temprana prohibición de ejercer la enseñanza que sufrió su padre, su propia expulsión del colegio, su iniciación en el mundo de la ópera berlinesa, sus lecturas durante el servicio militar, o su intento de fuga de un campo de prisioneros americano, son algunos de los episodios protagonizados y narrados en primera persona por un observador nato. Pero sobre todo Fest revela cómo, a pesar de las dificultades, era posible enfrentarse al agobiante acoso ideológico del régimen desde la humildad, la firmeza de principios, la cohesión familiar y la dignidad.
Este es un relato de renuncia: la historia de una Malamadre que tuvo que dejar de lado su carrera profesional al tener a su primera hija. Lo más normal del mundo, ¿verdad? Pues no, ni es normal ni es justo y en estas páginas descubrirás por qué. Laura Baena Fernández, fundadora del Club de Malasmadres, parte de su propia experiencia para ahondar en una realidad invisibilizada aunque afecte a cientos de miles de mujeres en nuestro país: cómo ser madre acaba penalizándolas tanto a nivel laboral como personal. Valiéndose de la colaboración de su compañera de lucha, la socióloga Maite Egoscozabal, y de la voz de muchas mujeres reconocidas o anónimas, la autora nos abre los ojos ante nuestras creencias sesgadas sobre maternidad, invitándonos a reflexionar y a reaccionar. Todo ello para impulsar una revolución cultural que rompa con el silencio de las madres sobre sus vivencias y genere un cambio social real. Porque solo destapando las renuncias de las mujeres, que parecen elegidas pero no lo son, se podrá poner fin a la desigualdad y conseguir que las legítimas reivindicaciones por las que aboga este libro se conviertan en la realidad de las generaciones futuras.
Ensayo, Ciencias sociales, Crítica y teoría literaria, Humor, Memorias
Los textos que Gabriel García Márquez ha reunido en este libro fueron escritos con la intención de ser leídos por él mismo en público, ante una audiencia, y recorren prácticamente toda su vida, desde el primero, que escribe a los diecisiete años para despedir a sus compañeros del curso superior en Zipaquirá, hasta el que lee ante las Academias de la Lengua y los reyes de España al cumplir ochenta años. Estos discursos del premio Nobel nos ayudan a comprender más profundamente su vida y nos desvelan sus obsesiones fundamentales como escritor y ciudadano: su fervorosa vocación por la literatura, la pasión por el periodismo, su inquietud ante el desastre ecológico que se avecina, su propuesta de simplificar la gramática, los problemas de su tierra colombiana o el recuerdo emocionado de amigos escritores como Julio Cortázar o Álvaro Mutis, entre otros muchos. El lector tiene entre sus manos el complemento indispensable a una obra narrativa que nos seguirá hablando en un largo porvenir.
Este libro de Fritz Thyssen (1873-1951), poderoso industrial alemán del acero y destacado miembro de la conocida familia Thyssen, nunca hasta ahora publicado en España es, junto con el de Hermann Rauschning Conversaciones con Hitler, el más importante –y controvertido– testimonio personal sobre Hitler y la Alemania nazi en los años anteriores a 1939. Tras la invasión de Polonia, Thyssen, principal sostenedor de Hitler y su partido desde la primera hora, rompió con los nazis, que le confiscaron todas sus propiedades, y se refugió en Suiza. En el agitado París de 1940 Thyssen redactó estas muy particulares memorias con la colaboración de Emery Reves, un talentoso y bien relacionado periodista, amigo de Churchill y de Einstein (incluso también del periodista español Manuel Chaves Nogales, por entonces exiliado en Francia). Nuestra edición reproduce la temprana y muy desconocida edición chilena de 1941 y, en apéndice, un curioso folleto sobre las relaciones Thyssen-Hitler publicado por Victoria Ocampo en su editorial Sur. Para más detalles, el luminoso prólogo de Juan Bonilla, uno de los más brillantes y sólidos escritores de la hora actual. A. L.
Yo, que si corrí delante de los grises es la crónica sentimental de una época—no sólo la de una resistencia civil— de profundos cambios en los comportamientos sociales, sexuales, éticos y estéticos, en la que emergen los recuerdos de un pasado reciente, cuando unos pocos, apenas un puñado, pretendieron cambiar el mundo y España. Y, ¡qué disparate!, algo consiguieron cambiarlos. Pero es también un antídoto contra la desmemoria interesada de quienes solo han pretendido exaltar y alimentar aquello que les convenía. La total ausencia de quienes luego iban a apropiarse de aquella lucha por las libertades estalla en sus páginas con estrépito y les desenmascara de manera inapelable. Es la reivindicación sentida de los que sí pasaron miedo — sucumbieron a veces al mismo y otras lograron vencerlo—, pero combatieron unidos siempre bajo un mismo grito: “libertad y amnistía”. Por sus páginas desfilan infinidad de personajes célebres de aquel instante clave de nuestra historia. Y lo hacen para bien y para mal, con sus luces y sus sombras; sin rehuir ni de los episodios incómodos, ni de los nombres propios. Al tiempo, muestra con llaneza el día a día de un verdadero militante en aquellos años, en un recorrido donde no faltan los momentos ácidos y tensos (con el crimen de la calle Atocha como punto álgido y tremendamente emotivo), pero donde hay también lugar para el humor y la nostalgia.
En 1916 fallece en su Nicaragua natal —víctima del alcohol—, el poeta más famoso del mundo de habla española. Nadie había cantado como Rubén Darío la primavera y el erotismo, la angustia ante lo desconocido y el terror a la muerte. Darío dedicó páginas espléndidas a España, Francia e Italia. En París trató a Paul Verlaine y Oscar Wilde. Vivió catorce años con una robusta campesina de Ávila, Francisca Sánchez. Y todo en él fue excesivo. En estas 'memorias póstumas', elaboradas por Ian Gibson a partir de una larga y rigurosa investigación, Rubén, que se había iniciado en el espiritismo, nos cuenta, a través de un médium, la verdad de su vida atormentada y fascinante. Fruto de una minuciosa lectura de la voluminosa obra de Rubén, tanto la lírica como la periodística, el relato de Ian Gibson nos sitúa de lleno en el universo interior del gran creador, hoy, en el centenario de su muerte, merecedor de una revalorización en profundidad.
Las memorias de Inocencio Arias. Una emotiva y francamente entretenida -en muchos momentos tronchante- evocación personal que gustará a todos los amantes de las biografías y de nuestra historia reciente. «Yo siempre creí que los diplomáticos era unos mamones...» Así comienzan las mordaces memorias de Inocencio Arias, el diplomático que ha sido un testigo privilegiado -y, a menudo, actor- de las relaciones exteriores en la España de la Transición y la democracia. Un libro personal, lleno del humor, la franqueza y la honestidad que caracterizan a Chencho, en el que desgrana su carrera diplomática y nos descubre los hitos más importantes de la historia internacional de los últimos años y del quehacer diplomático. El autor se acerca a los delicados momentos de nuestra posguerra, a los porqués de su elección profesional y a su evolución como personaje muy cercano a las relaciones exteriores de nuestro país. Una crónica escrita sin pelos en la lengua, plagada de anécdotas sobre sus devaneos con la política, el cine, el fútbol y sus encuentros con multitud de personajes conocidos.
Cofundador de los Beach Boys, Wilson compuso buena parte de la atemporal banda sonora del pop más lisérgico —y no solo apto para surferos— de los años sesenta. Con especial cuidado en la armonización de sus canciones y exquisito paladar para la instrumentación, sus letras nos transportan desde el indolente vitalismo playero y asilvestrado jipismo a las oscuras simas de este genio torturado. Sus temas, hoy míticos, dan fe del alcance de la revolución que llegaría de la mano de este sofisticado talento natural. Con el coraje y la iluminación de quien tiene el ego convenientemente hecho trizas, Wilson nos invita a sumergirnos en el vertedero de sus recuerdos. Por fin, las memorias de uno de los más grandes protagonistas de aquella década prodigiosa…