Hans Hellmut Kirst se ha hecho famoso con su trilogía «Cero-ocho-quince», formada por los títulos La original rebelión del cabo Asch, Aventuras bélicas del sargento Asch y La última rebelión del teniente Asch. En ellos describe con su prodigiosa ironía y su inimitable penetración los diversos aspectos de la vida militar. Posteriormente ha publicado Nadie escapará , la novela de la guerra atómica, que ha sido calificada como «espantosamente interesante» y supone una llamada a la razón y a la conciencia de todos. En su última obra La felicidad no puede comprarse , partiendo de un misterioso robo, que desencadena el hundimiento del gerente de la empresa, nos narra con gran humanidad la apasionante historia del encuentro de un hombre con su propia felicidad. En esta novela se unen el interés de la intriga policíaca y la preocupación por la situación del hombre en un mundo en que la comprensión es rara.
Víctor Alperi y Juan Mollá ofrecen un caso poco frecuente en la joven novelística española, al unir dos personalidades totalmente distintas para realizar algo tan personal como la creación literaria. Víctor Alperi es natural de Mieres, Asturias, donde sigue viviendo; y se ha doctorado en Derecho por la Universidad de Oviedo. Crítico literario en diversos periódicos, cultiva la narración desde muy temprana edad. En 1957 publicó su primera novela: *Como el viento* , y al año siguiente apareció su primer libro de ensayo. Juan Mollá es valenciano; se licenció en Derecho en la Universidad de Madrid, donde ejerce en la actualidad la abogacía a la vez que se dedica a la creación literaria. Además de narración escribe poesía, publicando en 1958 su primer libro y colaborando desde entonces en diversas revistas. *Cristo habló en la montaña* es una novela de fondo social, cruzada por un doble aliento realista y poético. Dos mundos —uno, elemental y bronco; el otro, espeso y decadente— chocan y se entremezclan en ella sin fundirse, hasta darnos una visión reveladora y original de la encrucijada de nuestro tiempo.
José Luis Castillo-Puche, que acaba de cumplir los cuarenta años(), se halla en la más rotunda madurez de su oficio de escritor. Su primera novela, Con la Muerte al hombro , le valió la expulsión fulminante de su pueblo natal, Yecla. Luego publicó Sin camino e Hicieron partes , que obtuvo el premio de Novela Católica y también el Premio Nacional de Literatura. Ha recorrido medio mundo y es notable el éxito de su libro América de Cabo a Rabo. Entre toda la producción literaria de Castillo-Puche se destaca El Vengador , drama de los que volvieron de la guerra con el corazón enfermo por el deseo de venganza. Paralelo 40 es probablemente la novela más significativa de Castillo-Puche. La vida de los americanos en Madrid, centrada especialmente en un barrio, permite al novelista la presentación de unos hechos y unos personajes hasta hoy ignorados en la narrativa española. El libro tiene una fuerza poco común y será ampliamente comentado.
() Téngase en cuenta que el editor escribió esta reseña a principios de la década de los 60 del pasado siglo. José Luis Castillo-Puche nació en Yecla (Murcia) en 1919, y murió en Madrid el 2 de febrero de 2004.
Conjunto de 26 relatos de carácter muy variado —realistas, fantásticos e incluso picarescos— mediante los cuales el autor quiere enfocar las más dispares manifestaciones vitales. El amor, el sexo, la soledad sentimental son una constante en este libro.
Hubert von Breisky, salzburgués, doctorado en derecho por la Universidad de Viena, antes de empezar a escribir fue diplomático en las capitales europeas, plantador, cazador, ganadero, patrón de embarcaciones con tripulación negra en África, y viajero en Ceilán, el Himalaya, Turquía y Etiopía. Carecería de sentido presentar un seco esquema de la acción de la novela El coloso , pues ello equivaldría a servir un esqueleto en vez de un manjar jugoso. Una europea desesperada busca en África una nueva patria y se pierde en el continente donde se habla aún con los espíritus, donde existen todavía dioses vivos, donde organiza asesinatos el tribunal secreto del Mau-Mau y donde se encuentran en lucha las avanzadas de Oriente y Occidente. En el curso de una cacería, en la tierra montañosa del Cimani-Mani, las pasiones de los personajes de la narración alcanzan su cima más alta y les conducen a la catástrofe o a la solución final. El coloso es una emocionante novela del continente donde se halla el futuro de Europa.
Juan Perucho es, sin duda, uno de los valores más firmes de la literatura catalana actual. Hasta ahora ha publicado: «Sota la sang», «Aurora per a vosaltres» —que ganó el premio de poesía Ciudad de Barcelona— y «El país de les meravelles», en verso; algunos de sus poemas han sido traducidos a diversas lenguas —castellana, francesa, italiana, inglesa, portuguesa—. En prosa ha escrito «Diana i la mar», «Amb la tècnica de Lovecraft», «Llibre de cavalleries» y «Les històries naturals». Con «Galería de espejos sin fondo» se ofrece una gran oportunidad a todos los lectores de habla española para que puedan apreciar la forma personal como escribe.
Perucho advierte en su prólogo: «En esta galería de espejos se reflejan imaginaciones, aires estremecidos, sueños, casi nada. A veces, algo como una imagen ha aproximado al espejo que le ha tocado en suerte, un poco de realidad. Desgraciadamente, ninguno de los espejos tiene fondo. Esta oscura galería no conduce a ninguna parte. Pero, naturalmente, hay una puerta, por la que se puede entrar y salir.»
José María Castroviejo nació en Santiago de Compostela en 1909. Cursó estudios de Derecho y Letras. Ganó en 1935 la cátedra de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Santiago. En 1940 fue nombrado Secretario Asesor de la Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores. Actualmente es Presidente de la Casa de América en Vigo. Su obra literaria es muy considerable por su calidad y cantidad. Aparte de las de carácter jurídico y social ha publicado: Altura. Poemas de guerra, Mar del sol. Poemas de un diario a bordo, La ciudad de Santiago, Los Gozos del Año Santo, La Burla Negra, Viaje por los Montes y Chimeneas de Galicia —en colaboración con Álvaro Cunqueiro— y muchas otras. De Los Paisajes iluminados , cuya primera edición se agotó rápidamente en 1945, dijo el maestro Eugenio d’Ors que «llenaba la celda de maravillosa luz y de mar». Esta nueva edición, hoy considerablemente acrecentada, es la mejor muestra de la singular prosa de Castroviejo.
Paseo en carroza es la primera obra de Reinhard Lettau; sin embargo en ella hace ya una espléndida demostración de sus extraordinarias dotes de escritor. La personalidad, el original enfoque, el aire fantástico y un poco irreal de sus relatos y el encanto de sus personajes y el medio ambiente en que les sitúa, confieren a sus páginas unos valores que huyen de los caminos acostumbrados y, en especial, del socorrido realismo que influye a tantos escritores actuales. Paseo en carroza es un conjunto de brevísimos relatos en los que nos describe con mano maestra una anécdota, un gesto, una frase. Bajo esta apariencia sencilla y un tanto intrascendente, se descubre la grandeza de verdaderos poemas en prosa. Reinhard Lettau nos da con ellos la verdadera medida de cómo deben tratarse esas cosas infinitamente pequeñas o triviales, para darles la importancia que merecen. Con ello demuestra, ya en su primera obra, que está a la altura de los mejores maestros del género. El éxito que ha obtenido no sólo en Alemania, sino en los diversos países donde ha sido publicado, es la prueba más evidente de la calidad de esta obra que presentamos por vez primera al público de habla española.
José Martínez Ruiz, conocido literariamente por Azorín , es un caracterizado representante de la generación del 98. Nacido en 1874, vivió el desastre colonial a los 24 años, y su voz contribuyó al redescubrimiento del alma española. En su prosa ha escrito una de las más brillantes obras de ensayista de la literatura española, a través de la que le caracteriza, estilísticamente, una tendencia netamente antiretórica. Su producción literaria es extensa llegando a sus mejores momentos en la interpretación del paisaje. Destacan: La ruta de Don Quijote, Los pueblos, Lecturas españolas, Las confesiones de un pequeño filósofo, Cavilar y contar, Dicho y hecho … Esta obra, en una parte muy importante, vio por primera vez la luz pública en los periódicos, de los que Azorín ha sido un infatigable colaborador. Ni sí, ni no es una nueva muestra de esta faceta en la que artículos de hace más de cuarenta años conservan un interés muy superior al meramente histórico: tanto el pensador como el prosista hacen que su lectura siga siendo actual e interesante.
Andrea, recién terminada la Guerra Civil Española, se traslada a la ciudad de Barcelona para estudiar y empezar una nueva vida. Cuando Andrea llega a casa de su abuela, de donde sólo tiene recuerdos de su infancia, sus ilusiones se ven rotas. En este piso de la calle de Aribau, donde aparte de su abuela viven su tía Angustias, su tío Román, su tío Juan, la mujer de este último, Gloria, y la criada, la tensión se continúa en un ambiente caracterizado por el hambre, la suciedad, la violencia y el odio. Andrea, que vive oprimida por su tía Angustias, siente que su vida va a cambiar cuando su tía se marcha.La novela llega a crear una atmósfera tan asfixiante que consigue traspasar el papel y llegar al lector. Carmen Laforet se adelanta a su tiempo con una prosa intimista y fotográfica, en la que se describe perfectamente la Barcelona de la época. La autora utiliza para ello recursos propios del impresionismo. Como muestra de estos recursos impresionistas, en Nada predomina la descripción. La protagonista se fija en todo aquello que le rodea a su llegada a Barcelona; transmite una visión totalmente subjetiva, ya que no describe los objetos tal y como son, sino que lo hace como ella los percibe, aportándonos sus sensaciones y emociones.
Miguelito, niño anormal, echa al mar anzuelos dentro de una cajita para no cazar a la lubina amiga. Mientras, en el acantilado, dos mujeres dialogan: la madre del niño, quien cada tarde le acompaña para que lance la cajita, y una joven seducida que, tras el abandono, deambula sin rumbo fijo sin otra cosa que una maleta con objetos personales. Su coincidencia en las mismas rocas, a orillas del mar, da lugar a que cada una de ellas se manifieste íntimamente, sin rubor, explicando el proceso de su pasión, desde los inicios hasta el fracaso —ambas han fracasado— pasando por su experiencia física.
«Este libro es el fruto de una larga vida, de una cuidadosa selección de las lamaserías mayores del Tíbet y de las virtudes que se consiguieron por una estrecha vinculación con las Leyes. Este es un conocimiento que enseñaron los Antepasados y está escrito en las Pirámides de Egipto, en los Altos Templos de los Andes, y en el lugar más grande del mundo para el Conocimiento Oculto: La Montañas del Tíbet». T. Lobsang Rampa
Justo después de *Dios ha nacido en el exilio* , novela por la que se le entregó un «Goncourt» que hubo de rechazar tras las presiones políticas, Vintilă Horia escribió una novela también dedicada a los trasterrados y perseguidos: *Los Imposibles*.
¿Puede uno arrostrar su destino y redimirse por el Amor? ¿Puede una mujer ser la «tierra prometida» para el exiliado? Hay grandes diferencias y grandes paralelismos entre las dos obras citadas, pero parecen importar más las diferencias. En efecto, frente a la Fe de *Dios ha nacido* … se halla el personaje oscuro e innominado que carece de ella, y no puede salir de una realidad postbélica que parece no tener sentido. En *Los Imposibles* el país de acogida, bello y pacífico, es la Suiza del lago Lemán, de la burguesa Lausana y el retiro bucólico de Vevey. Sin embargo, el dolor, la nostalgia de un protagonista perseguido por su pasado son el hilo conductor. El protagonista sólo ve antagonismo en todo lo que rodea al Amor que parece conseguir, pero que en última instancia se escapa como la bruma. A ello se añade una narración vívida, con metáforas audaces y poéticas y una narración psicológica y llena de erudición, pero no por ello menos amena y emocionante.
E. R. Braithwaite nació en la Guayana inglesa. Hombre inteligente y cultivado, prestó servicios como piloto de la R.A.F. durante la Segunda Guerra Mundial. Al terminar la contienda, por ser negro, no encuentra colocación en aquel Londres que se reconstruye y necesita hombres capacitados como él. Tras largos meses de búsquedas y desilusiones, se le ofrece una plaza de maestro en el East End, uno de los barrios más pobres de la capital inglesa.«Al señor, con cariño» nos ofrece, pues, una doble vertiente de la experiencia personal del autor: la pugna silenciosa, pero efectiva, de una sociedad que no acepta de hecho la igualdad racial; y el abandono, no menos doloroso, en que se deja a los niños de los suburbios. Con estilo llano, sin excesivas preocupaciones esteticistas, nos presenta la vida de la escuela en que ejerce de profesor, la problemática académica y familiar que plantean aquellos muchachos indisciplinados, fruto de la incultura, de la delincuencia y promiscuidad.La evolución en el comportamiento de los alumnos, consecuencia de la dedicación y entrega del profesor, nos sumerge en uno de los más acuciantes y complejos temas que tiene hoy planteada la sociedad: la educación.Novela en que se inspiró el clásico cinematográfico Rebelión en las aulas, con Sidney Poitier
Gilbert Cesbron, en la introducción de este libro, escribe: «No se trata del diario de una vida o de una “obra” sino solamente de las notas diarias de un espíritu. Ni se encontrará aquí lo que constituye el interés de los “diarios” célebres: la relación de lecturas, de espectáculos, de conversaciones. No me concedo tal importancia y los encuentros que haya tenido no habrán sido esenciales más que para mí. He recogido durante veinte años, pensamientos, imágenes, fragmentos, jirones de poemas, etcétera, que me eran dados o volvían a mí de tan lejos, que apenas podía reconocerlos. Ya no era espigar en el campo de mis anuales mieses: ninguna de estas líneas es lo sobrante de un libro, ni creo que aquí se trate de lo que un gran crítico llama con cierto menosprecio “literatura fragmentaria”. Si el libro de un autor puede ser comparado a un árbol, estos fragmentos son como las flores y las plantas de un mismo jardín: han crecido en la misma tierra; he aquí lo único que tienen en común. Algunos tal vez merecen el nombre de arbustos: al sol de la paciencia hubieran podido crecer y convertirse en ensayo, novela o cuento. Y diré también (para no salirme del jardín) que estos pensamientos son flores, los unos; los otros, frutos… y aun hay otros que son almendras, es decir, semilla: de aspecto más ingrato, pero, en fin de cuentas, más preciosos».
«Estáis haciendo del mundo un colosal mercado en el que no solo negociáis con la leche o con el pan, con la gasolina o el tabaco, con el aceite o el huevo, sino que en vuestros mostradores colocáis cuantas mercancías se os ofrecen. Y la amistad, el decoro, el pudor, la lealtad, la decencia, todo, encuentra allí precio sobre vuestros tenderetes de mercaderes». En estas palabras de uno de los protagonistas de la obra apreciamos cuál es la trama y la intención de Giménez-Arnau en esta novela que, publicada en 1949, se incorpora hoy a la colección Ancora y Delfín: la trágica devaluación de conceptos morales que solo hace poco empezaron a tener cotización. En la tercera parte del libro —el breve e intenso «Adagio con tenerezza»— la lejana silueta de las vacas gordas pone un punto de optimismo en relación con nuestro incierto mañana. Tras una neblina de imprecisión en nombres y fechas, el lector situará personajes y acontecimientos en días acabados de vivir.
En «Las criaturas saturnianas», se nos ofrece uno de los más impresionantes contrastes de la literatura moderna. Lizaveta, princesa rusa residente en Italia, es raptada en vísperas de su boda por un emisario de Catalina la Grande. Su matrimonio con un príncipe polaco podía suponer una grave dificultad política a la zarina. Su candoroso y transparente espíritu se ve obligado a ejecutar las más degradantes acciones y a vivir encarcelada en condiciones infrahumanas. Sin embargo nada llega a amargar aquel destino brutalmente torcido. Los viajes a través de Europa de la princesa, en cuanto es puesta en libertad, su coincidencia y amistad con el legendario Cagliostro, la presencia de ambos en aquelarres y ritos nigromantes crean un ambiente de una gran sugestión.
En Doddington, los Seldon llevaban ocupando la mansión y las ardillas rojas los grandes robles desde hacía cuatrocientos años. Pero hacia 1950 el cambio de los tiempos empieza a aplastar a la casa señorial y a las ardillas. Éstas son las primeras en marcharse, empujadas por sus parientes advenedizas, las ardillas grises. También los robles están sentenciados, pues una autopista ha de cruzar el parque del Manor. En cuanto a los Seldon, un nuevo orden social irá suplantando al de ellos: a su misma puerta los chicos del jardinero Fenton van creciendo, duros, ambiciosos, inteligentes, socialistas, como las ardillas grises frente a las rojas de los Seldon. Un capítulo de la historia de Inglaterra está a punto de terminar. En este fondo de cambio llega Susan Seldon y presencia cómo sus padres se retiran hacia el pasado mientras los bosques van desapareciendo en torno a ellos y, uno tras otro, los bastiones del antiguo orden van siendo barridos. Susan ha de elegir entre seguir a sus padres en su huida de la realidad o enfrentarse al desafío del mundo moderno, y son las circunstancias las que la obligan a hacer esta elección.
La novela, cuya acción se desarrolla en la tierra predilecta de John Moore, Elmbury y sus alrededores, está escrita con apasionado sentimiento, pero si hay nostalgia hacia el pasado hay también esperanza para el futuro.
En una casa suburbana de Londres viven siete niños. La madre acaba de morir. Nunca han visto a su padre. Solitarios, aterrados por su orfandad, los chicos entierran a su madre en el jardín y construyen un tabernáculo sobre la tumba. Para protegerse del mundo exterior fingen que ella está enferma y encerrada en su habitación.
Desde que toman su decisión, los niños están como sitiados. Del exterior les amenazan los adultos, curiosos unos, otros queriendo ayudar. Dentro de casa, el peligro de sus propias disensiones. Esos conflictos entre los niños y su extremada lucha para mantener en secreto la muerte de su madre son los vivos temas de la novela de Julian Gloag.
Estos niños son inolvidables: Elsa, de trece años, muy sensata, que empieza asumiendo el «mando»; Dunstan, de diez años, muy serio, que impone a los otros su tiranía llevado por su fanático cariño a la madre; Hubert, el cual se da cuenta de que están fracasando y busca la ayuda de los adultos; Diana, que ayuda a Dunstan a mantener la autoridad; y los más pequeños, Jiminee, Gerty y Willy, los cuales captan la tensión que divide a sus hermanos mayores y apenas entienden que la madre ha muerto…
La casa de nuestra madre es una novela intensa, brillante y conmovedora.
Significativo título, por la sugestión poética que entraña, el de La luna ha entrado en casa. En el libro, decididamente, entra la luna también, inundando sus páginas de suave, pero firme luz, que esclarece paisajes interiores y siluetea pasiones. Con lo que tratamos de dar a entender que el valor poemático de la novela se refuerza con el interés psicológico. No es fácil conseguir una buena mezcla a este respecto. La poesía tiene mucho de vaguedad y misterio, mientras que la psicología necesita del dato claro y preciso: mucha observación y, experiencia, que es lo que da contenido justamente a las formas poemáticas de la obra, quedando con tino resuelta la dificultad apuntada.La luna ha entrado en casa es una gran metáfora encarnada en realidades muy corpóreas. La luna opera así; ilumina las cosas, transfigurándolas, con menos veracidad que el sol, dispuesto en cualquier momento a descubrirlo todo. Por eso, la luna es numen típicamente romántico, de puro sentimental. Y por eso también, dado el tipo de inspiración a que responde la obra, gustamos más de la primera mitad, por el predominio del doble factor lírico-psicológico, que de la segunda, en que se atraviesan elementos de alta mística y de ciencia experimental que desvían un tanto la atención. No es que la luna sea precisamente protagonista, como cabe decir en lenguaje figurado, pero sí que todos los personajes y la acción misma experimentan su influjo. La «poderosa confluencia» —como el autor dice, por boca de Antonio— del Amor y la Luna, intoxica a los seres en los términos a que sirven de ejemplo las cinco o seis criaturas que José Félix Tapia maneja con singular destreza. Ninguna criatura tan viva y humana quizá como la Baltasara. Santos o lunáticos, todos nos interesan, empezando por Adela, y en la prosa —ajustada, transparente, con algo de velo asimismo lunar, en sus mejores momentos— radica un atractivo más de esta original novela