«Fenicias» es la tragedia más larga de Eurípides y una de las más complejas por su abundancia de personajes y situaciones. Ambientada en Tebas, se centra en la lucha por el poder entre los hermanos Eteocles y Polinices tras la caída de su padre Edipo. Eurípides, con su continuo afán innovador, aborda aquí las conocidas vicisitudes del mito tebano (desde el matrimonio de Edipo y Yocasta hasta el enfrentamiento entre Antígona y Creonte), pero rompe con la tradición y adapta los acontecimientos y los personajes a su conveniencia para ofrecer una obra sorprendente. En «Orestes», el protagonista enloquece tras dar muerte a su madre Clitemnestra, asesina de su esposo Agamenón. Electra tiene cuidado de él mientras ambos están a punto de ser juzgados por los ciudadanos de Argos con el cargo de matricidio. Solicitan en vano la ayuda de Menelao, hermano de Agamenón, y tratarán de obligarle mediante el rapto de su esposa Helena. Sólo la intervención de Apolo logrará introducir un desenlace. Al igual que hiciera en Electra, Eurípides da a sus personajes un tratamiento realista y humano que les aleja de sus orígenes arquetípicos, lo cual debió de asombrar al público ateniense. En «Ifigenia en Áulide» aparece Agamenón en el trance de tener que sacrificar a su hija Ifigenia en la población del título para propiciar el éxito de la expedición griega a Troya. Trata de salvarla mediante argucias, a las que se opone su hermano Menelao. Marcada por la violencia, esta tragedia ha sugerido a muchos espectadores una denuncia contra la locura de la guerra, en la que una joven inocente debe morir por una profecía en la que pocos creen. «Bacantes» trata la introducción en Grecia del culto a Dionisio, una religión muy distinta de la tradicional olímpica. Dioniso llega a Tebas y enloquece a las mujeres, que celebran sus ritos en el monte Citerón. Desgracias terribles caen sobre los que se oponen a su divinidad. Bacantes, con su acción feroz y los éxtasis de sus odas corales, es el mejor reflejo del espíritu dionisíaco en toda la literatura, y la única tragedia ática conocida que tiene a un dios como protagonista.
Séneca escribió tres «Consolaciones» para apaciguar el ánimo afligido de personas más o menos allegadas, una tristeza que aquí se contrarresta con un texto satírico sobre el emperador Claudio. Este volumen dedicado a los tratados senequistas incluye las llamadas «Consolaciones», en las que el moralista cordobés trata de reconfortar y apaciguar a la noble Marcia por la muerte de sus hijos, a Helvia (madre de Séneca) para que resista su propio exilio en el año 41 (a Córcega, debido a una acusación de adulterio con Julia, hija de Germánico y hermana de Calígula), del que regresó en el 49 para convertirse en precepto del joven Nerón; y a Polibio (liberto del emperador Claudio), con motivo de la muerte de su hermano. En todos estos textos Séneca admite el dolor y las aflicciones humanos, pero trata de contenerlos mediante los preceptos de entereza y ataraxia estoicos. La «Apocolocyntosis» es una parodia satírica sobre la muerte del emperador Claudio, en la que se combinan prosa y verso. En esta obrita (cuyo título se forma a partir de las palabras latinas que significan «deificación» y «calabaza») Séneca bromea sobre la divinización del emperador Claudio, a cuya supuesta estupidez tal vez haga referencia la calabaza. Describe la llegada de Claudio al cielo, donde termina por convertirse en secretario de uno de sus propios libertos.
Nacido en Córdoba c. 4 a. C. y educado en Roma en retórica y filosofía, Lucio Anneo Séneca el Joven o el Filósofo fue abogado, cuestor y senador, orador y escritor, preceptor del joven Nerón y consejero político de éste cuando llegó a ser emperador, hasta que el espíritu alocado del discípulo le llevó a retirarse y a participar en una conspiración, a raíz de cuyo fracaso fue obligado a suicidarse (65 d. C.). En su vida privada no aplicó los principios morales estoicos que predicaba, pero su tarea como consejero del emperador, junto con Burro, fue muy útil para el imperio durante varios años. Además de la diversa obra en prosa, su producción consiste en nueve tragedias adaptadas del griego, y que son las únicas muestras de este género que nos ha legado Roma. Todas las de este volumen (primero de dos dedicados a la tragedia senequista) se inspiran en Eurípides. En «Hércules furioso» la diosa Hera hace enloquecer a Heracles, quien asesina a sus propios hijos, confundiéndolos con otros, y a su esposa; recuperada la cordura, Heracles trata de suicidarse por desesperación, pero Teseo le convence de que acuda a Atenas para purificarse y le insta a superar el horror. «Las troyanas» escenifica el último día de la destrucción de Troya y el sufrimiento de las mujeres troyanas, que son el botín de los vencedores; es una de las mejores tragedias de Séneca, e incluye una emotiva confrontación entre Andrómaca y Ulises. «Las fenicias» nos ha llegado muy fragmentada, y hasta es posible que la versión que conocemos proceda de dos obras distintas. En «Medea» la protagonista despechada se sume en la desesperación más violenta a raíz del abandono de su esposo Jasón, y urde la más cruel venganza; Séneca intensifica los aspectos más pasionales de la historia para poner aún más de relieve la dimensión trágica: la infidelidad y los celos desencadenan las pulsiones más irracionales que anidan en el corazón humano, y una cadena de destrucción ajena y propia que precipita al nihilismo más absoluto. Puesto que carecemos de cualquier noticia acerca de la representación de estas tragedias, es posible que fueran compuestas no para la escena, sino para la recitación ante un auditorio o bien para la lectura en solitario.
«Fedra» es uno de los grandes logros de Séneca como dramaturgo, quien desarrolló en esta obra un tema mitológico ya abordado por Eurípides (en Hipólito) y Sófocles, y que influiría más tarde en otros autores como Racine. Fedra, enamorada de su hijastro Hipólito, desoye lo que le dicta la razón y, cegada por la pasión, le confiesa su amor, en una de las escenas más intensas de toda la dramaturgia senequista. Despechada ante el rechazo de él, le calumnia en público. Fedra es uno de los personajes femeninos más atractivos del teatro de la Antigüedad: una mujer independiente, fuerte y decidida que, a pesar de sus virtudes, acaba siendo víctima de su irrefrenable pasión; en el análisis de ésta, Fedra es junto con Medea lo mejor que compuso Séneca. El «Edipo» de Séneca es mucho más oscuro y violento que el de su modelo Sófocles; el protagonista es más atormentado, más consciente de estar implicado en la peste de Tebas, y en general hay varias modificaciones en la trama, conducentes todas a subrayar el aspecto trágico. El resto de las tragedias incluidas en este volumen continúa con el planteamiento de Séneca de adaptar piezas griegas y hacer hincapié en sus aspectos más truculentos para así poner más de relieve su aspecto trágico: «Agamenón» se inspira posiblemente en Esquilo; «Tiestes», especialmente violenta, tiene un modelo desconocido. Por último, se incluyen dos obras de autoría discutida: «Hércules en el Eta» y «Octavia». Puesto que carecemos de cualquier noticia acerca de la representación de estas tragedias, es posible que fueran compuestas no para la escena, sino para la recitación ante un auditorio o bien para la lectura en solitario.
Las veinte comedias que se nos han conservado de Plauto (h. 250-184 a. C.), todas ellas adaptaciones de la Comedia Nueva griega, bastan para asegurar al autor su puesto de máximo comediógrafo latino. Con un uso muy libre y animado de los originales, simplificando la trama para agradar a un público romano popular, Plauto cosechó un éxito inmediato. Sus comedias plantean situaciones típicas o descabelladas, personajes prototípicos, chistes groseros, equívocos, enredos y todo un arsenal de recursos escénicos destinados a suscitar risotadas inmediatas, algunos de los cuales las convierten en comedias musicales. Plauto es un maestro en el uso del lenguaje coloquial, y no se abstiene de incurrir en obscenidades y groserías. Es un fino psicólogo que revitaliza los personajes de las comedias griegas: jóvenes calaveras, prostitutas, alcahuetas, traficantes de esclavos, viejos verdes, parásitos, soldados fanfarrones, etc. El genio de Plauto consiste en el juego constante que mantiene con el público acerca de la realidad y la ilusión, en su capacidad de extraer todas las posibilidades de las situaciones y los personajes, en la variedad de registros lingüísticos que usa con absoluto desparpajo y maestría. Este tercer volumen contiene «El cartaginés» (el anciano Hannon descubre que dos de su esclavas son sus propias hijas, que habían sido víctimas de un rapto, y encuentra a su sobrino, que ama a una de ellas; es una comedia importante también por conservar un pasaje en la desaparecida lengua púnica traducido al latín), «Pséudolo» (una de las piezas más famosas de Plauto, sobre los intentos de un joven enamorado por obtener a una esclava vendida a un capitán macedonio), «La maroma» (una de las mejores obras plautinas, ambientada en la costa de Cirene, donde una muchacha caída tiempo atrás en manos de un proxeneta retorna a su anciano padre tras un complejo reconocimiento), «Estico» (en que dos hermanas llevan tres años sin sus respectivos esposos, partidos al extranjero en una aventura comercial, y su padre las insta a casarse de nuevo…), «Tres monedas» (acerca de un hijo disoluto que se patea el patrimonio paterno, aunque hay un tesoro escondido con precaución que puede acabar siendo la dote de la hija y hermana), «Truculento» (sobre una prostituta codiciosa que se aprovecha de sus tres amantes, un joven ateniense disipado, un soldado fanfarrón y un campesino) y «Vidularia» (de la que nos ha llegado sólo un centenar de versos). Completan el volumen diversos «Fragmentos» de piezas perdidas.
El comediógrafo latino Publio Terencio Afro estrenó entre los años 170 y 160 a. C. sus seis obras, todas las cuales se han conservado. Según Suetonio (que es la fuente principal de que disponemos en relación a este autor) nació en Cartago y fue un esclavo liberto que se acabó introduciendo en los círculos de la nobleza romana. Hizo un viaje a Grecia, a cuyo regreso por mar habría muerto (159 a. C.).Sus seis comedias son Andria, La suegra, Formión, El eunuco, Heautontimorumenos (El que se atormenta a sí mismo) y Los hermanos. Como Plauto, siguió el modelo de la Comedia Nueva griega, en especial a Menandro, a la que añadió un mayor tratamiento psicológico y realista de los personajes, lo que acerca un tanto sus comedias al drama, y un argumento de líneas más nítidas. Sus personajes son los mismos que los de Plauto (esclavos, parásitos, cortesanas, miles gloriosus…), pero se distinguen de ellos por la mayor intencionalidad moral de su tratamiento.
El presente volumen constituye la primera edición integral que se presenta en castellano con los fragmentos conocidos de Esquilo. Tras una accesible introducción a la obra fragmentaria, la exhaustiva recopilación de noticias que sigue, confeccionada a partir de testimonios procedentes de la Antigüedad, informa acerca del origen, la vida, la actividad dramática y el arte escénico de Esquilo, entre otros aspectos. A ello se añaden los fragmentos, más o menos extensos, localizables de sus obras conocidas, y el análisis de los mismos, que admite, en la mayoría de las ocasiones, una reconstrucción bastante aproximada del argumento de cada composición. El libro se completa con otros fragmentos teatrales de ubicación dudosa e incluso algunos pertenecientes a creaciones no dramáticas (elegías y epigramas). Poco sabemos de Esquilo. Nació en Eleusis, cerca de Atenas, en el 525 a. C. Luchó contra los persas en Maratón, en Salamina, y quizás también en Platea: cuando escribió sobre la guerra, lo hizo como persona conocedora de su gloria y su miseria. Vivió el momento fundacional de la segunda democracia de Atenas, la de Clístenes, que tras la agresión persa resurgía más avanzada que la de Solón, y en la que se forjaba un nuevo orden divino y humano, en un proceso que culminaría en la Atenas de Pericles. Murió en Gela (Sicilia) en 456 a. C. Escribió tragedias, las puso en escena y actuó en ellas. Fijó los postulados del teatro occidental, cuyas múltiples evoluciones parten, en último término, de él.
Las cuatro obras que se presentan en este volumen de Aristófanes (el máximo representante del teatro cómico griego y único autor la Comedia Antigua del que nos han llegado obras completas) se enmarcan en un periodo histórico que significa el principio del fin de la hegemonía de Atenas en el mundo heleno. Aristófanes retrata de forma brillante a esa sociedad ateniense tan rica cultural y socialmente, riéndose de ella a la vez que critica a personajes prominentes, políticas y actitudes de su tiempo. «Las nubes», una parodia sobre la educación sofística ateniense, es famosa especialmente por la presencia de Sócrates, contemporáneo de Aristófanes, y por ofrecernos un retrato del filósofo muy distinto del que nos ofrecen los diálogos platónicos. «Las avispas» es un ataque directo contra el poderoso demagogo Cleón y el sistema jurídico ateniense, que estaba viciado y mantenía a vividores y personas sin oficio ni beneficio. Como otras obras de Aristófanes, «La paz» es una demanda de solución pacífica de los conflictos bélicos, en concreto de la Guerra del Peloponeso, que enfrentó a Atenas y Esparta y que marcó el último tercio del siglo V a. C. Por último, en «Las aves», el comediógrafo arremete contra la sociedad ateniense en general y contra sus ansias colonialistas en particular, pero es también un canto a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.
Este volumen incluye algunas de las mejores tragedias de Eurípides. «Medea», que se representó el 431 a. C., es seguramente su obra maestra. Jasón, esposo de Medea y padre de sus hijos, va a repudiarla y a casarse con la hija de Creonte, rey de Corinto. Medea, despechada y colérica, se vengará: simula haber sido convencida por Jasón y envía a sus hijos con ricos regalos para la novia al palacio de Creonte; pero esos regalos contienen un conjuro mortal que acaba con Creonte y su hija primero y luego, para agravar la desgracia de Jasón, con los hijos de éste, que son los suyos propios. Medea muestra hasta qué extremos aberrantes pueden llegar las pasiones desatadas: según Lesky, en ninguna otra creación del teatro griego se han presentado con tanta nitidez las fuerzas oscuras e irracionales que pueden brotar del corazón humano. «Hipólito» (428 a. C.) acompaña a Medea en la cima de la creación de Eurípides. Muestra la terrible pasión de una mujer enamorada y la firmeza casi enfermiza de un muchacho perfecto. Fedra desea a su hijastro Hipólito, casto y adepto a la diosa Artemis, quien la rechaza. En una carta dirigida a Teseo, su esposo, Fedra acusa a Hipólito de haberla seducido, acusación que tendrá graves consecuencias. Éstos son los dos personajes más heroicos del dramaturgo, al punto de que él incurre en «hýbris», o insolencia frente a los dioses. Sin embargo, media ya un abismo entre ambos y los héroes arquetípicos de Esquilo y Sófocles, puesto que son humanos en su inconstancia. «Los Heraclidas» es una tragedia de índole político-patriótica, en la que se relata la generosidad con que los atenienses trataron a los hijos de Heracles, y el pago injusto que recibieron: se trata de una denuncia de la invasión espartana del Ática. «Andrómaca» recrea la leyenda en que ésta y su hijo están a punto de ser asesinados por Hermíone, esposa de Neoptólemo, celosa porque Andrómaca dio a éste un hijo como concubina, y ella no ha podido darle ninguno. Se ha interpretado de varios modos esta tragedia de pasiones violentas: crítica a la mentalidad espartana, denuncia de las consecuencias desastrosas de la guerra de Troya… En «Hécuba», esta reina de Troya venga la muerte de sus dos hijos, Polidoro y Políxena, en una historia donde se reflejan las terribles secuelas de la guerra: las penalidades de las cautivas, la crueldad y el orgullo de los vencedores, el sacrificio humano… «El cíclope» es un drama satírico de tono humorístico en el que Dioniso es atrapado por unos piratas de los que tratan de liberarle los sátiros, al tiempo que Odiseo negocia el intercambio de comida por vino. «Alcestis» otro drama satírico, narra con tono un tanto burlesco cómo Heracles hace un alto en sus Trabajos para salvar a Alcestis de la muerte y devolvérsela a su marido Admeto.
Con las tragedias de Sófocles (siglo V a. C.), podría decirse que el teatro alcanza su plena consolidación como género literario en el sentido moderno del término. Por un lado, se introduce una serie de innovaciones formales que darán a la pieza teatral un perfil escénico en buena medida definitivo. Y, por otro lado, eso está al servicio de intereses de fondo más importantes: Sófocles plasma la problemática del individuo aislado, representado en el héroe trágico que se caracteriza por una grandeza extraordinaria, una soledad doliente y una impotencia trágica ante fuerzas superiores. Además, es un excelente testigo de las inquietudes ideológicas de la apasionante época que le tocó vivir y que fue fundamental en la evolución intelectual de Occidente.
Con las cinco comedias publicadas en este tercer volumen se completa la traducción en la «Biblioteca Gredos» de todas las obras conservadas de Aristófanes. Estas cinco corresponden al último período de su producción y reflejan las preocupaciones del autor, y de la sociedad, en los años finales de la Guerra del Peloponeso. «Lisístrata», quizá la más conocida y todavía hoy representada de las comedias de Aristófanes, pone en escena la confabulación de un grupo de mujeres para declararse en huelga de sexo mientras los hombres de las ciudades en lucha no declaren la paz. «Las Tesmoforiantes» está ambientada en las celebraciones de las que toma el nombre y en las que participan sólo mujeres. El personaje de Eurípides pretende infiltrar a un pariente (un hombre disfrazado de mujer) para que hable bien de él, pues se ha enterado de que las mujeres traman un plan para castigarle por el trato ofensivo que, dicen, les dispensa en sus tragedias. En «Las Ranas» vuelve el cómico a centrarse en la tragedia, mostrando a Dioniso camino del Hades en busca de Eurípides para devolverle al mundo de los vivos. En «Las Asambleístas» se representa la toma de la asamblea ateniense por parte de las mujeres que intentan instaurar algo parecido a una democracia radical. Finalmente, la última de las obras de Aristófanes, «Pluto», es un alegato sobre la injusta distribución de la riqueza, que nada tiene que ver con la virtuosidad u honradez de los seres humanos.
Esquilo ha sido llamado en ocasiones «padre de la tragedia», pero no por ser el primero en componerla, sino por darle una impronta de seriedad que no tenía. Interesado por la naturaleza del carácter humano (crimen, venganza, reconciliación, etc.), con él se cierra la primera etapa de la historia del teatro occidental: la de su constitución.
Desde lo antiguo a lo moderno, recogiendo mito y leyenda, esta obra en prosa y verso es la tragedia más cruda de Federico García Lorca, una reflexión sobre la vida, la muerte y la única fuerza capaz de vencerla: el amor. Escrita en 1932, Bodas de sangre se basa en un suceso real, acaecido en Almería en 1928. Todo empezó con una boda a la que la novia no acudió. Poco después se encontró el cadáver de uno de sus primos y muy cerca de ahí apareció ella, con el vestido desgarrado. Lorca teje una obra en la que se dan cita las pasiones que nos hacen humanos, desde el amor hasta el sufrimiento, la venganza, el miedo y el odio. El resultado es una sobrecogedora tragedia que da forma a una idea lorquiana: a sus personajes se les tienen que ver «los huesos y la sangre». La presente edición incluye los bocetos inéditos que el artista José Caballero hizo para el estreno de la obra en Barcelona por la compañía de Margarita Xirgu. «Cuando era joven y buscaba una voz en mí, sólo la encontré cuando leí a Lorca. Él me dio permiso para ubicar mi yo, siempre inacabado, incluso hoy, que ya soy viejo.» LEONARD COHEN
Borís Godunov es, sin duda, la más perfecta y brillante de las obras dramáticas de Pushkin, cuya publicación supuso el fin del clasicismo vigente y transformó radicalmente el teatro en Rusia. Concebida durante uno de sus repetidos destierros, Pushkin fue consciente de que sería rechazada y la guardó consigo hasta que finalmente vio la luz, censurada, en 1831. Como su autor esperaba, fue criticada e incomprendida, pero pronto el realismo de Borís Godunov alcanzó el reconocimiento que merecía hasta el punto de ser definida por Máximo Gorki como «el mejor drama histórico ruso» o inspirar la gran ópera de Mussorgski.
Borís Godunov retrata con una belleza y profundidad inusitadas la sociedad medieval de la Rusia de finales del siglo XV y principios del XVI a través de la figura del zar que le da nombre.
Ensayo, Crítica y teoría literaria, Crónica, Comunicación, Relato, Teatro, Poesía, Otros
Comenzamos aquí la publicación de la mayoría de los documentos inéditos dejados por Juan José Saer en el momento de su muerte. Entre ellos se encuentran una serie muy importante de poesías y ensayos, y una masa textual heterogénea que incluye ideas, aforismos, textos truncos, algunos relatos terminados, borradores de íncipits, comentarios de lectura, agudezas, esquemas, proyectos. Como sucede con todos los escritores que tienen una poética fuerte y una producción prolífica, los modos de creación de Saer son dignos de observarse, de comentarse, de publicarse: la aventura de esa escritura forma parte de su resultado. Algunas de sus características son singulares, como la recuperación de relatos de juventud en novelas maduras, la amplificación de peripecias secundarias de texto en texto; el ritmo y el tono, similares e imprevisibles. Los borradores muestran una parte secreta, la del espacio en donde el lenguaje, la forma, las lecturas, los sueños, la imaginación, las vivencias se cruzan y entremezclan para dar lugar, progresivamente, a una palabra excepcional, la palabra literaria. Pocas veces en la literatura argentina se ha tenido acceso al espacio de una intimidad que nunca es personal, exhibicionista o impúdica, sino simplemente literaria. No la intimidad de un hombre, sino la de un escritor escribiendo. Este primer tomo de una serie de cuatro contiene todo el material del período argentino de Saer, más algún cuaderno de notas usado durante casi veinte años.
Esta obra pertenece a la primera etapa de su producción —fase romántica— donde recogía la tradición y el folclore noruego, a la vez que retrataba lo que él consideraba defectos del carácter noruego. Es un drama en cinco actos. Simbólicamente expone la falta de solidaridad de Escandinavia frente a la invasión prusiana de Dinamarca. Su protagonista, el sacerdote Brand, sufre una tragedia familiar por mantener sus principios. El idealismo místico y personal se contrapone a una contundente realidad.
«Brand» es considerado, junto a «Peer Gynt», el texto más importante e intenso de Ibsen. Es la historia de un hombre que quiere «sanar a la raza humana de sus vicios e imperfecciones». En nuestra época, tan llena de moralistas y de nuevos predicadores, la figura del pastor protestante Brand y su intento de vivir según una virtud perfecta constituye una fuerte provocación. La grandeza y la tragedia del personaje, que ha hecho de la autonomía su religión y su bandera cívica, nos ayudan a comprender la causa de la angustia y la crisis del hombre contemporáneo.
El sexo desmedido, desbordante, ya es excesivamente frustrante en la vida de este hombre de 45 años, que lo único que hizo , es crear estrategias, tácticas de seducción, para satisfacer sus deseos básicos, siempre encubiertos por justificaciones trascendentes. Pero siempre llega un punto que aunque puedes engañar a todos, no puedes mentirte más a ti mismo, ya no puedes creer en ti, o al menos tus tácticas, no te convencen y satisfacen más. es ahí cuando tienes que pasar a estado superior de tus vivencias, te ves obligado, motivado y plenamente enfocado en crear una realidad alterna, pero tan verosímil, que puedes tocarla, también transformarla y disfrutarla. Es ahí cuando Víctor, decide crear a Laura, sacarla de unas letras, páginas apasionadas, llenas de incongruencias, que pueda caminar y mirarlo, hablarle, explicarse por si misma y besarlo como ninguna otra lo pudo hacer jamás, enardecerlo como ya ningún otro cuerpo real puede. Gran sorpresa, tendrá, al lograrlo, y más aun, cuando no puede controlar su inteligencia, que lo conoce mejor que él mismo. Es precisamente su táctica para seguir con su esmerado y finísimo auto engaño, lo que desnuda su más dolorosa y desconcertante verdad. No hay otra forma para trascender, que chocar firmemente con la verdad y parado sobre ella, volar. La otra opción es desaparecer, esconderse hasta de si mismo, sobre todo de si mismo, en la mediocre cotidianidad, y morir cuanto antes. Vivir solo para esperar la muerte. ¿Cual decide emprender Víctor? ¿Lo mismo que puedes hacer tu, yo...? Una historia llena de relatos, vivencias, fantasías eróticas, pasiones reprimidas y transgresiones exigidas para vivir a plenitud, el amor, la vida que todos deseamos y creemos merecer. Así comienza a crearse esta Oscura Fantasía Erótica. Del género "Una película para ser leída" Comenzando el siglo XXI, yo tenía la edad de Jesucristo, quiero decir por supuesto, la edad en que murió. Enfrentaba cierta crisis existencial, no reconocida, sumada a una pobre vergüenza profesional, por los escasos logros que podía contar, en mi vida. Cuando tenía 25 años, estudiaba artes escénicas y era demasiado rebelde para la tolerancia del sistema, escribí una obra de teatro, que solo yo tuve la fortuna de conocer, donde la vida debía ser ganada, evaluada a ciertas edades, presentar tu proyecto para merecerla y podía ser quitada, por el grave hecho de no haber cumplido un propósito, o simplemente por no tenerlo. Al escribirlo, yo era un potente creador de vida, al que ningún obstáculo limitaría sus éxitos. Ahora visto en el presente, yo ante aquel recto tribunal incorruptible, era el más evidente fracaso, de mi propio tratado de humanidad perfecta, futurista, y por supuesto el primero en ser despojado de una existencia insignificante, que nada aportó al mundo maravilloso que tantas oportunidades ante mi dispuso. Como lo más natural en el ser humano corriente, suelen ser las justificaciones, adorné la mía. Las circunstancias cambiaron demasiado, desde que pensaba y escribí aquella despiadada obra, manifiesto de una intolerancia fascista, y pensando mejor, quiero decir, atenuando en mi favor, ante mi propio tribunal, de conciencia inquisidora, sí, había hecho algo, mucho puedo decir. Yo soy, en ese momento, iniciando el siglo XXI, a la edad de treinta y tres años, un magnífico amante, que proporciona incalculable felicidad a las personas que tienen la suerte de cruzarse en mi camino y que yo, repare en ellas, por cualquier insignificancia, que resulte atractiva a mi morboso ser. Creí, me creí, que para eso estaba en este mundo, en este cuerpo. El sexo está por encima de todos los estimulantes, las drogas, de todas las atracciones y tentaciones a las que sucumbe el ser humano. Este potencial extraordinario, que yo veía y cultivaba como un arte, lo es, sin dudas, que también es una ciencia, según la conveniencia y la circunstancia, puede ser adictivo, destructivo, también magnánima ment creativo, si se domina como sé que se puede.
La trama tiene lugar en el cabaret El Paraíso, donde clientes y ficheras celebran la noche del 31 de diciembre al calor de copas y cigarrillos. El pianista del lugar muere y después de velar su cadáver, las cabareteras platican entre ellas las amarguras de su vida.