En su segundo viaje al continenteafricano, Javier Reverte recorrió Sudáfrica, Zimbabue, Tanzania, Ruanda y Congopara dejarnos un nuevo y estremecedor relato sobre el misterio de África y elriesgo de viajar por territorios inseguros… Las innumerables batallas libradasen Sudáfrica, el genocidio ruandés de 1994 o los horrores sufridos en Congocuando era casi una finca personal del rey Leopoldo II de Bélgica son algunosde los hechos históricos que recorre el autor con una prosa dura y hermosa,épica y lírica a la vez, que concluye de forma brillante con la navegación porlas aguas del gigantesco río Congo… Vagabundo en África es un libro que se leecomo una novela, lleno de pasión, y que al mismo tiempo nos habla sobre lososcuros laberintos del alma humana. Es, también, un canto a la fe en el hombre,porque, en palabras del propio autor, «donde hay un deseo, hay un camino»…«Reverte hace a los lectores caminar a su lado con naturalidad, ternura,curiosidad, perspicacia, humor, pasión y una honda comprensión de lo humano».
Javier Reverte, como un vagabundoaparentemente sin rumbo, nos va guiando por los espacios del África oriental,desde los grandes lagos hasta la costa, por ciudades, poblados, islas yparques. Pero aquí el viaje es doble, uno, el del propio Javier que nospresenta los paisajes, nos los describe y nos introduce en su atmósfera, y elotro, a través de las historias de todas aquellas personas que se dejaronllevar por el sueño de África. Es este, el viaje al pasado, el que llena laspáginas de exploradores ávidos de fama, de dinero, de aventura, de poder, deenvidias, de guerras, de miedo o de religión. Perfectamente hilvanadas se vansucediendo amenamente las vivencias de los protagonistas de la colonizacióneuropea, exploradores, militares, evangelistas, políticos, cazadores yesclavistas, en Uganda, Tanzania y Zaire.
Sí, en efecto, Sergio Pitol ha vuelto a recorrer algunos de sus territorios que suponíamos había perdido. En esta aparición nos confía algunos trozos de sus diarios de viaje. Concretamente uno que va de Praga al Cáucaso, a Tiflis, la capital de Georgia, pasando por Moscú y por la ciudad que entonces se llamaba Leningrado, en un aparente despertar de primavera. Parece que la intención del autor consiste en describir con un lenguaje preciso, ático clásico, sus peripecias de viajero, hasta que, de pronto, se introduce en esa prosa gélida por fisuras invisibles, como por mero azar, una nota excéntrica, al inicio ligeramente, para después, casi de inmediato, fortalecerse sin saberse cómo, y transformar todo en un galope delirante, ebrio, enloquecido de escenas grotescas, de calamidades regocijantes, de un anárquico delirio que puede desconcertar a quienes desconocen el «teatrum pitolorum», pero aun así regocijarlos ampliamente. Los diarios están arropados de una substancia generada en la propia escritura. En ellos aparece, por todas partes, el sacro bosque literario ruso. Clásicos, románticos y simbolistas y vanguardistas aparecen en un magno desfile carente de cronología: Dostoievski, Tolstói, Pushkin, Pasternak, Bely, Pilniak, Shklovski, Lérmontov, Tsvietáieva y Ajmátova, Bulgákov, Nabokov, Bajtín y compulsivamente Gógol, y aún más el inmejorable Chéjov, el predilecto; el abigarrado altar que guarda las figuras que Pitol reverencia, pero también los recuerdos de otras varias estancias en aquel mundo, como agregado cultural, como turista, como estudioso y últimamente como invitado de los descendientes de Tolstói, y todavía más, de sus sueños demenciales, de la pasión por sus amigos, de sus perplejidades ante el laberinto del alma rusa (esa «matrioshka» sin fondo donde todo aparece y desaparece a la vez), de sus obsesiones escatológicas que le permitieron hacer en ese viaje el primer trazo de la que tal vez sea su mejor novela: «Domar a la divina garza». «El viaje» es uno de los ejemplos más radicales del desvanecimiento de una realidad en la literatura y también el más perfecto, elegante y divertido modelo de una magistral construcción narrativa. «Lo que gobierna a “El viaje” es la voluntad de estilo: a Pitol no le interesa precisamente contar un paseo o reflexionar sobre unas lecturas o narrar algunas historias extravagantes, sino ensayar una prosa que le permita hacerlo todo al mismo tiempo. Lo que queda es una escritura larga y destilada, de respiración generosa, que recuerda a las páginas memorables del “Nocturno de Bujara”, de «Vals de Mefisto», uno de los mejores cuentos escritos por un mexicano durante el siglo pasado. Sergio Pitol no sólo es nuestro mejor narrador activo, también es el renovador más esforzado de nuestras letras. Toda una lección vital: el autor más joven y valiente de una literatura tiene casi setenta años» (Álvaro Enrigue, «Letras Libres»).
La civilización etrusca dominó el norte de Italia durante casi siete siglos, aunque su época de mayor esplendor abarca del siglo VII al IV a. C. Los etruscos ocuparon una amplia franja geográfica entre los ríos Tíber al sur y Arno al norte, con el mar al este. Etruria, que no fue nunca un país sino, al igual que la Grecia clásica, un conjunto de ciudades que compartían una cultura, nos ha dejado una profunda impronta. En muchas de aquellas urbes —Orvieto, Tarquinia, Volterra, Cortona, Arezzo, Perugia y Viterbo—, los etruscos construyeron sus ciudades en amplias mesetas o colinas sobre las tierras que les rodeaban. «Pienso, de nuevo, hasta qué punto Italia es mucho más etrusca que romana: sensible, tímida, en busca constante de símbolos y misterios, capaz de deleitarse, violenta en sus espasmos, pero sin ansia natural de poder», escribe D. H. Lawrence. En Tumbas etruscas, Lawrence puso de manifiesto la fascinación contemporánea por los etruscos, y también el misterio que, como pueblo, les ha rodeado desde entonces.
Bienvenidos a Turquía. Una tierra histórica con una de las mejores gastronomías del mundo, gran variedad de paisajes, playas y montañas, y la magnífica ciudad de Estambul.
«El viaje más maravilloso jamás contado»: así podría calificarse esta obra, la primera que muestra a los ojos de la Europa medieval, entonces en crisis, las incontables riquezas de todo el continente asiático, y la fabulosa civilización china con sus avances científicos y técnicos: el libro en el que resuena el estruendo de unos ejércitos que se enfrentan en batallas donde millares de hombres luchan con armas desconocidas de los europeos como los elefantes; en el que se ven pintorescas costumbres y usos distintos, y que nos informa de leyendas mezcladas a la historia verídica de los sucesores directos de Gengis Khan.
López de Gomara escribió en su Historia de las Indias que «la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias». La descripción de tal hazaña se conserva fundamentalmente en el diario del primer viaje, en las breves relaciones de los otros tres y en una carta de Colón a Santángel.Esta edición se completa con unos interesantes estudios sobre los antecedentes del descubrimiento, el mundo de Colón y el propio descubridor que con una mezcla de entusiasmo e ingenuidad decía: «Tengo asentado en el ánima que allí es el Paraíso terrenal».
Ultramarina, que vio la luz originalmente en 1933, es la primera novela del atormentado escritor de origen británico Malcolm Lowry, el genial autor de Bajo el volcán (Andanzas 318 y Fábula 128). En esta obra, que tampoco escapó a las habituales peripecias de los manuscritos de Lowry (extravíos, robos y milagrosas recuperaciones de los textos), se anuncia ya el núcleo esencial de las obsesiones que acosarían siempre a su autor: el mar y la incesante necesidad de viajar, la iniciación de un alma inocente en un medio hostil, y la presencia de un amor que, aunque lejano, extiende su ala protectora sobre el protagonista. Basada parcialmente en los diarios de a bordo que Malcolm Lowry escribió durante un viaje de juventud a Extremo Oriente, Ultramarina relata las aventuras del aprendiz de marino noruego Dana Hilliot, enrolado a los dieciocho años como ayudante en el Oedipus Tyrannus, un buque con destino a Bombay y Singapur. El novato deberá luchar para ganarse el reconocimiento y el respeto de los rudos compañeros de tripulación, que le desprecian por considerarle un señorito que sólo se ha embarcado por capricho. Lowry describe de forma magistral las fatigas de la vida a bordo, las constantes rencillas entre los marinos así como el sentido que cobra la amistad en las situaciones críticas o las tumultuosas visitas a las tabernas y burdeles portuarios. En medio del caos, Dana Hilliot lucha por mantener su fidelidad a Janet, el amor de su vida, que le aguarda en la lejana Inglaterra.
En 1916 un joven Julio Camba viajó por primera vez a Nueva York para ocupar la plaza de corresponsal del diario ABC. Durante un año permaneció en el «otro mundo», desde donde envió crónicas de una realidad sorprendente en las que los detalles de ambiente y costumbres se mezclaban con otras noticias más relevantes, como las elecciones que dieron la presidencia a Woodrow Wilson, el hombre que decidió la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Fruto de esa experiencia neoyorquina surgió ‘Un año en el otro mundo’, el libro que consagró a Camba como escritor. «La literatura española cuenta con un grande, con un admirable humorista», sentenció Azorín, impresionado por la lectura de esta obra que comparó con el ‘Viaje sentimental’ de Sterne. Ese humor ha logrado que casi cien años después la mirada con que Camba apresó el «espíritu americano» siga vigente: la afición a los récords, el consumo de goma de mascar, el gusto por las catástrofes, el valor que se da al dinero como patrón del éxito social, el sensacionalismo de la prensa, la profusión de detectives… Un siglo después tampoco ha cambiado demasiado el concepto que desde la ciudad de los rascacielos se tiene de España.
UN AÑO EN GALICIA trata del amor gastronómico de un hombre por el más humilde de los animales, el cerdo. También es una fascinante exploración de una región de la España 'verde' prácticamente desconocida.
Este libro describe, mes a mes, las delicias y frustraciones que el autor y su esposa experimentaron durante su primer año de estancia en la remota comarca de Lubéron, mientras acondicionaban una casa de campo de doscientos años de antigüedad. El autor logra comunicarnos todos los placeres terrenales de la vida provenzal y permite que nos emocionemos con su ritmo. Este libro hará sonreír abiertamente a aquellos que conocen el país y, desde luego, preparará a aquellos que no lo conocen para disfrutar de él.
Un año en Roma es el hermoso y delicado relato autobiográfico del Premio Pulitzer Anthony Doerr sobre su experiencia viviendo en la Ciudad Eterna. Una ciudad inagotable. Una experiencia memorable. Un paseo inolvidable. El día en que nacieron sus dos hijos, Anthony Doerr supo también que había sido galardonado con el Premio Roma, una de las más prestigiosas distinciones otorgadas por la Academia Americana de las Artes y las Letras. Gracias a su dotación, Doerr pudo vivir en la capital italiana con su recién acrecida familia durante un año. A lo largo de este tiempo, Doerr leyó a Plinio, a Dante, a Keats; visitó las calles y plazas más bellas del mundo, y asistió al mayor funeral de la historia, el del papa Juan Pablo II. Y todo ello mientras aprendía, entre biberones, pañales y noches en vela, los secretos de la paternidad. Libro de memorias, por supuesto, pero también de viajes, de arte, y casi una novela, Un año en Roma es el fruto de las experiencias de su autor en la Ciudad Eterna, en las que lo íntimo y lo deslumbrante se funden por medio de la palabra.
Un bárbaro en Asia, escrito entre 1930 y 1931, es un clásico moderno. Diario de viaje, cuaderno de ruta, ofrece al lector, en forma de ensayos o de reportajes, una ojeada sagaz de la India, de China, del Japón y de Malasia. Notará el lector que Michaux hace siempre turismo espiritual y quedamos estupefactos ante la personalidad secreta del escritor. Michaux traza sobre todo un retrato pintoresco de los hindúes y de los chinos. Todas sus impresiones se caracterizan por su desparpajo y buen humor. Y si a esto se añade una prosa muscular, enjuta, en la que cada frase tiene una densidad explosiva, de seguro que leemos al mejor Michaux (Cristobal Serra). En junio de 1966, escribía Jorge Luis Borges sobre este libro : Había entonces traducido Un bárbaro en Asia y espero no haber traicionado en el sentido del refrán italiano, esta obra aguda que no es apología ni ataque, sino las dos cosas a la vez, y muchas cosas más.
Andrea es músico y esta noche tiene un concierto muy importante en Barcelona, pero su instrumento ha desaparecido. Conseguir otro va a ser toda una aventura. Un día en… es una colección de lecturas para divertirse y conocer ciudades del mundo hispano que incluye - Historias cortas - Diccionarios visuales para entender el vocabulario - Información cultural de cada lugar (gastronomía, historia…) - Actividades para practicar la lengua - Glosarios en inglés, francés, alemán y neerlandés
Es la primera vez que Diane está en Madrid y quiere ir al Rastro, pero Tomás, su novio, tiene otros planes. Van a vivir un domingo inolvidable. Un día en… es una colección de lecturas para divertirse y conocer ciudades del mundo hispano. Cada título de esta colección incluye:  - Historias cortas - Diccionarios visuales para entender el vocabulario - Información cultural de cada lugar (gastronomía, historia…) - Actividades para practicar la lengua - Glosarios en inglés, francés, alemán y neerlandés
Los caminos de Lea, una chica danesa, y Lorenzo, un pintor malagueño, se cruzan en una playa de Marbella. Él va a hacer todo lo posible por seguir a su lado. Cada uno de los títulos de esta colección incluye: - Historias cortas - Diccionarios visuales para entender el vocabulario - Información cultural de cada lugar (gastronomía, historia…) - Actividades para practicar la lengua - Glosarios en inglés, francés, alemán y neerlandés
Chloé es francesa y está en Salamanca para estudiar. No tiene amigos, pero la vida en esta ciudad universitaria puede cambiar en solo veinticuatro horas. Cada uno de los títulos de esta colección incluye: - Historias cortas - Diccionarios visuales para entender el vocabulario - Información cultural de cada lugar (gastronomía, historia…) - Actividades para practicar la lengua - Glosarios en inglés, francés, alemán y neerlandés
Segunda mitad del siglo XX: allí donde estalla una guerra o una revolución, donde se produce un golpe de Estado o hay un imperio que se desmorona, casi seguro que transcurren ante ese excepcional testigo de la historia «in statu nascendi» que es Ryszard Kapuściński, quien, en 1976, escribe «Un día más con vida», que —junto con muchos lectores— considera su mejor obra. (Tanto es así que, enemigo declarado de actualizar sus textos, a este sí le añadió una posdata, en 2000). La revolución de los claveles anuncia el fin del colonialismo portugués y fija la proclamación de la independencia de Angola para el 11 de noviembre de 1975. Tres meses antes, Kapuściński se instala en Luanda, donde asiste al «éxodo blanco»: observa cómo van abandonando el país médicos e ingenieros, bomberos, basureros y policías, corresponsales extranjeros y enviados especiales… Incluso los perros. Mientras, en su avance hacia la capital, la guerra por el poder en el futuro Estado soberano se recrudece por momentos, sembrando el caos, la desolación y la muerte. Cuando está a punto de despegar el último avión y zarpa el último barco, se necesitan grandes dosis de valor —o de insensatez— para tomar la decisión de quedarse allí hasta la fecha señalada. Kapuściński la toma: se quedará hasta el final. No porque sea un héroe o un loco, sino porque su innata curiosidad de periodista y el deseo —tan característico de él— de verlo todo con sus propios ojos para luego contar la verdad de lo vivido resultan más fuertes que el miedo a morir de un balazo (o por deshidratación). Sumido en la mayor soledad («leitmotiv» del texto), recorre la ciudad desierta y los frentes de batalla. Como siempre en la vida —y aun en la guerra—, los momentos de dramatismo extremo se mezclan con otros frívolos (deliciosa la descripción de un pase de «Emmanuelle»). «Un día más con vida», el más personal y «literario» de sus libros (aunque todos lo son), se aleja mucho de lo que identificamos como relato de un reportero. Se trata más bien de un diario íntimo, escrito por un ser humano al límite de sus fuerzas, abrumado por su soledad y consciente de su indefensión ante la amenaza de muerte que se cierne sobre su cabeza. Al igual que sobre las cabezas de tantos angoleños, soldados y civiles, que protagonizan el libro.
En el transcurso de 1949, Dominique Lapierre emprendió su primera gran aventura: cruzar el Atlántico con una beca de estudios cuyo propósito era motivar a los jóvenes estudiantes a enfrentarse a las dificultades de la vida. Tras un largo recorrido por Estados Unidos, México y Canadá, y varios meses de periplo, el joven Lapierre regresó a Francia y publicó el diario de esta singular andanza para la que recorrió treinta y dos mil kilómetros por toda América, con treinta y dos dólares en el bolsillo.
«Me siento feliz y orgulloso de decirlo: al abrirme las puertas del mundo, al despertar mi curiosidad, al obligarme a superar mis miedos de adolescente, ese primer gran viaje de mi existencia fue el regalo más bello que el cielo podía ofrecerme en el albor de mi destino. Gracias a él pude descubrir horizontes cuya magia nunca más abandonaría mis sueños. Imaginen por un momento tener dieciocho años y encontrarse de repente en medio de tiburones en el Pacífico mexicano, o en un barrio peligroso de Chicago, donde conocí aventuras que se grabaron para siempre en mi memoria. Al vivir las peripecias que se narran en este breve relato, al recorrer las carreteras del delirante itinerario que me llevó al otro extremo del planeta cuando no era más que un joven estudiante de secundaria, sentí que nacía en mi interior la vocación de trotamundos». DOMINIQUE> LAPIERRE.
En julio de 1851 Alexandre Dumas pasa unos días en una hostería de la localidad de Montmorency. Allí se encuentra con un joven viajero que acaba de regresar de la lejana California (cuando todavía no existía el Canal de Panamá). Era la época de la fiebre del oro. Dumas se encierra con el joven y, con el apoyo de un prolijo diario del viaje, escribe esta apasionante crónica que, como si de una novela de Jules Verne se tratara, va narrando las peligrosas peripecias de una vida de aventura en esa nueva tierra prometida. De la mano de Dumas, el lector navegará por los mares del Atlántico sur, buscará oro en las Montañas Rocosas, cazará ciervos, jaguares y osos en los bosques de la sierra Nevada y vivirá peligrosos incendios en las casas de madera de la naciente ciudad de San Francisco.